¿Los perros huelen el miedo?

Los perros no huelen el miedo, porque esta emoción no tiene olor, pero los perros sí huelen la reacción de nuestro cuerpo cuando tenemos miedo. ¿Qué quiere decir esto? Que cuando sentimos temor, igual que cuando estamos nerviosos, estresados, tristes o alegres, nuestro cuerpo genera una serie de hormonas que se liberan por medio del sudor, la orina y los poros de nuestro cuerpo que sí huelen, y son estas hormonas las que detectan los perros; mejor dicho, el olor que desprenden.

No es algo que ocurra solo cuando estamos nerviosos. Las mujeres embarazadas también contienen hormonas en sangre que se liberan por medio del olor corporal. Igual que la tristeza o el nerviosismo, que hace que produzcamos más adrenalina. Es esa adrenalina la que huele el perro.

El miedo no huele pero la adrenalina que generamos sí

Entonces ¿no es verdad que los perros se pongan agresivos cuando tenemos miedo de ellos? Pues, como ya hemos adelantado, sí y no. El miedo solo no es oloroso, pero la adrenalina que genera nuestro cuerpo cuando se pone alerta en una situación que nos atemoriza o nos estresa, esa sí y puede provocar diversas reacciones. Primero, porque no solo se trata del olor, pues muchas veces a las hormonas se suman un cambio en el tono de voz, un movimiento o un comportamiento que igualmente denota nerviosismo y miedo. Y segundo, porque el perro también puede asustarse o inquietarse si por medio de esas señales se siente amenazado. Es decir, si detecta que nuestro comportamiento errático y nuestro olor en ese momento puede desembocar en una actitud violenta hacia él. Y es entonces cuando puede ponerse agresivo, a ladrar o gruñir para avisar de que no nos acerquemos o para defenderse de esa supuesta violencia que solo él lee.

Ello es comprensible. Imaginemos que nos cruzamos con una persona que se comporta de manera errática, actúa con violencia por temor (con movimientos agresivos, rápidos), que corre... Lo más normal es que nos asustemos porque no sabemos la causa y nos sintamos amenazados o violentos. Pues a los perros les ocurre lo mismo en estas situaciones.

Lo recomendable en estos casos, cuando tenemos un perro delante y sentimos miedo, es mostrarnos tranquilos pero, movernos con calma y despacio, no salir corriendo ni mirarlo a la cara. Si el animal se pone agresivo hay que marcar distancias, crear una barrera con lo que dispongas a mano y aléjarse. Si no le prestamos atención, el animal entenderá que no somos una amenaza y se olvidará de nosotros.