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Experimentación con animales. ¿Existen alternativas?
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Experimentación con animales. ¿Existen alternativas?

La experimentación con animales es un aspecto del desarrollo científico y médico que levanta controversias, somos muchos los que la censuramos, pero muchos también los que destacan la necesidad de probar avances en animales y no en humanos, especialmente cuando se trata de fármacos.

Quizá la prueba más reciente la tenemos con las vacunas del COVID, todas probadas primero en animales para garantizar la seguridad del fármaco en los seres humanos. Algo que se entiende, pero que no deja de despertar críticas. Se entiende porque antes de lanzar un tratamiento al mercado, este debe someterse a distintas pruebas no solo para evidenciar su efectividad, sino para analizar cualquier incidencia o efecto en humanos. Pero no cabe cualquier actuación. Es decir, no se toman animales sin ton ni son, sino que la experimentación animal sigue un protocolo también regulado que, en teoría, las farmacéuticas y demás agencias de investigación deben seguir. De este modo, si el uso animal es necesario, los laboratorios, por ejemplo los europeos, deben acogerse a las normas establecidas en la Directiva 2010/63/UE de la Agencia Europea del Medicamento, que regula el uso de animales para la experimentación científica.

Normativa respetuosa con los animales

Según esta norma, el laboratorio debe seguir al pie de la letra las tres R: reemplazo, reducción y refinamiento. ¿Qué quiere decir esto? Que siempre que se pueda, el centro de investigación debe tratar de probar los fármacos y las vacunas empleando otros métodos que no suponga el uso de animales. Pero también que, si ello no es posible, el número de animales para experimentar deber reducirse de manera importante y las pruebas tendrán que seguir pautas para reducir al máximo el estrés o el dolor en los animales seleccionados para el estudio.

Para que ello no suponga un riesgo para la biodiversidad animal, la directiva recomienda la experimentación en ratones, hurones o cobayas, pero no se descarta recurrir a mamiferos mayores (, gatos, monos o cerdos) si es necesario examinar aspectos puntuales que repercutirán en la salud de los humanos.

Laboratorios bajo sospecha

Pese al buen propósito, cada vez hay menos tolerancia con el hecho de usar animales para la experimentación. No solo por el respeto animal, sino por las noticias que cada poco tiempo saltan a la palestra mostrando, muchas veces, las lamentables condiciones que sufren los animales en ciertos laboratorios. No hace falta que recordemos el caso de Vivotecnia, que por suerte está en manos de los tribunales.

Por suerte, cada vez son más los laboratorios que apuestan por usar otros métodos de experimentación con resultados también positivos. Por ejemplo, el laboratorio Pharmagene recurre a tejido humano y al desarrollo tecnológico para probar medicamentos. Y son muchos también los laboratorios cosméticos que no testan en animales sus productos. Uno de ellos es Avon, que ha pasado de emplear más de veinte mil animales al año a utilizar tejido sintético que reproduce las consecuencias de un medicamento o un cosmético en el ser humano.

Por tanto, y aunque la experimentación animal todavía seguirá vigente bastante tiempo más, el desarrollo tecnológico y el uso de injertos puede reducir en un futuro la experimentación animal, quizá hasta hacerla desaparecer. Esperemos que la ciencia avance y dentro de poco la experimentación animal sea algo del pasado.

Mientras tanto, todos podemos contribuir a la causa priorizando el consumo de productos con sello "no testado en animales" o "cruelty free".

 

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