Un caso especial es el de los lémures, famosos por personajes como el rey Julien de la película Madagascar, que desde hace un tiempo se ha entendido, de manera errónea, como animal de compañía. Pero no todos los animales sirven para vivir en una familia, encerrados en casa, y pasear por una gran ciudad. Y el lémur es uno de ellos.
Los lémures son primates habituados a vivir en libertad; por tanto, no es una mascota a la que acariciar y sacar de paseo. Ni, por supuesto, mantener en casa tendido en el sofá. Porque no están habituados para vivir con humanos.
A continuación, enumeramos las razones por las que no es recomendable tener un lémur como mascota.
El lémur es un animal social que está habituado a vivir en comunidad o colonias de lémures. Por tanto, en casa, solo y aislado, no podrá ser feliz ni un animal equilibrado.
Tampoco lo será si tiene que relacionarse con otras especies, como gatos o perros. Y de nada sirve que lo saquemos a pasear. Los lémures no pasean de la correa ni juegan en un pipicán. Deben llevar una vida salvaje.
Ello está relacionado con el punto anterior. Un lémur inestable emocionalmente, triste y ansioso, es difícil que esté tranquilo. Todo lo contrario, se dan casos de lémures que conviven como si fueran mascotas y que se vuelven ariscos, agresivos e incluso violentos. Están fuera de su entorno y eso se nota en su comportamiento.
Pero no solo con los humanos. También pueden atacar a otras mascotas con las que convivan, pues no se sabe cuál será su reacción con los perros, los peces, los pájaros o los gatos, que son los animales más habituales.
La mayoría de las clínicas veterinarias trabajan con perros, gatos, pájaros, roedores, peces... Hay especialistas en animales exóticos como iguanas, serpientes, camaleones... Pero no en lémures. ¿Qué quiere decir esto? Pues que si surge cualquier problema con el animal (de salud, de comportamiento...) es muy probable que nuestro veterinario no sepa cómo atenderlo, pues no estará habituado a tratar con estos animales.
Los lémures no son mascotas que se quedan tranquilos y vayan a su aire en casa. Todo lo contrario: les gusta jugar, razón por la cual tendremos que dedicarle tiempo, más incluso que el que podamos tener para un perro.
Esta tendría que ser, quizá, la razón principal: no es ético tener un animal en casa que está en peligro de extinción. Si lo dejamos en libertad, contribuiremos a que las colonias se multipliquen, pues los lémures se relacionarán con otros de su especie y se reproducirán. En casa, no.
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