Todos los perros y cachorros pueden vomitar ocasionalmente, a menudo porque comen muy rápido o "tragán" la comida. Sin embargo, saber cuándo el vómito o la regurgitación son motivo de preocupación y cuándo visitar al veterinario es fundamental. Si tu perro adulto vomita con frecuencia, observa la hora y las circunstancias, como después de comer o hacer ejercicio, ya que esto ayuda al veterinario a diagnosticar. En el caso de los cachorros, el vómito repetido debe motivar una atención veterinaria urgente, dado que tienen menor resistencia física para afrontar enfermedades.
Entender la diferencia es importante. El vómito es un proceso activo en el cual el contenido del estómago o del intestino superior se expulsa con fuerza, y suele estar precedido por signos de náuseas como babeo, lamido de labios y arcadas. El vómito contiene a menudo comida parcialmente digerida o bilis y puede suceder en cualquier momento. La regurgitación, sin embargo, es una expulsión pasiva de comida no digerida o agua desde el esófago poco después de comer o beber, generalmente sin signos previos.
La regurgitación frecuente puede indicar un problema subyacente llamado disfagia, que es dificultad para tragar. La disfagia se clasifica en tres tipos:
El veterinario observará cómo come y traga el perro, tomará un historial detallado, y podrá emplear pruebas diagnósticas como radiografías con medio de contraste o una endoscopia (introducción de cámara desde la boca hasta el estómago) para identificar bloqueos o anomalías.
El tratamiento depende de la causa, y puede incluir cirugía, medicamentos o cambios en la dieta. Medidas prácticas como alimentar al perro en un comedero elevado pueden ayudar a reducir la regurgitación causada por dificultades al tragar.
Una vez confirmado que se trata de vómito (no de regurgitación), el veterinario determinará si el origen es un problema primario en el estómago o si es secundario a una enfermedad sistémica.
El diagnóstico incluye examen físico, historia clínica, análisis de sangre, radiografías y, en algunos casos, endoscopia. En vómitos secundarios, es esencial tratar primero la enfermedad subyacente antes de abordar los síntomas de vómito.
El tratamiento puede incluir hospitalización con fluidoterapia y medicamentos como antieméticos para reducir las náuseas, protectores gástricos para recubrir úlceras o inflamaciones, y antiácidos para disminuir la acidez y reflujo. Inicialmente se suele mantener al perro en ayuno por un breve periodo, reintroduciendo gradualmente una dieta veterinaria baja en grasas y especial para la recuperación.
Dueo a sus reservas limitadas, los cachorros y perros pequeños pueden empeorar rápidamente ante el vómito. Se recomienda atención veterinaria inmediata si el vómito es frecuente o se acompaña de síntomas como letargo o deshidratación.
Al adoptar o comprar un perro o cachorro, elige criadores responsables en España o considera la adopción mediante refugios para apoyar la tenencia responsable. Siempre consulta con tu veterinario local si observas síntomas preocupantes como vómitos o regurgitación repetidos para asegurar que tu mascota reciba la atención adecuada y a tiempo.