Si tienes dos o más perros, sabes que la hora de la comida puede ser un desafío en cuanto a las reglas alimentarias. Los perros, especialmente los jóvenes, suelen aprender de forma difícil a no invadir el plato de otro perro, lo que puede generar estrés tanto para las mascotas como para los dueños. Incluso el perro más dócil puede volverse defensivo cuando se trata de comida.
A los perros les encanta la comida y esperan con ansias la hora de comer. Cuando sueñan y mueven las patas, a menudo están persiguiendo una presa, es decir, soñando con comida. A diferencia de los humanos, que dejan de comer cuando están saciados, muchos perros continúan hasta no poder comer más. Se cree que este comportamiento proviene de sus antepasados lobos, que comían mucho cuando la comida abundaba porque podían pasar días sin comer.
La posesividad con la comida puede provocar agresividad, incluso en los perros más amables. Por ejemplo, un perro joven que come rápido y un perro mayor que come despacio pueden generar tensiones si el más joven intenta comer la comida del mayor. A veces, los perros mayores ceden ante los jóvenes insistentes, lo que puede llevar a que los jóvenes ganen peso en exceso y los mayores pasen hambre.
La protección de la comida puede llegar a morder, incluso al dueño, lo que suele sorprender mucho. Los dueños pueden empeorar la situación sin querer al reaccionar con miedo o castigos, lo que intensifica el comportamiento. Es fundamental reconocer los signos tempranos de protección de la comida y manejar cuidadosamente las horas de la comida.
Algunos dueños dejan la comida siempre a disposición, permitiendo que los perros coman cuando quieran. Aunque esto puede calmar a perros obsesionados con la comida, dificulta el uso de golosinas para el adiestramiento y puede generar caprichos alimenticios. Los perros con acceso continuo a comida pueden volverse selectivos, pedir más o rechazar sus alimentos. Además, el acceso libre a comida suele conducir a la sobrealimentación y obesidad, ya que los dueños rellenan el plato sin controlar la cantidad que ingieren.
Los perros prosperan con rutinas. Alimentar a tu perro a horas constantes cada día no solo proporciona estructura, sino que también favorece una digestión y comportamiento saludables. Sobrealimentarlos en una sola comida puede fomentar la obsesión por la comida, llevar a buscar comida por todas partes o a la obesidad, mientras que ofrecer varias comidas pequeñas puede fomentar el capricho en algunos perros. Adaptar la frecuencia de las comidas a la personalidad de tu perro es clave para un comportamiento equilibrado.
Adiestrar a los perros para que respeten las reglas alimentarias requiere paciencia y refuerzo positivo. Enseña a tu perro a esperar tranquilo antes de comer y recompensa ese comportamiento con elogios o golosinas. Supervisa a los perros durante la comida e intervén si aparece protección de la comida. Ofrecer zonas de alimentación separadas para varios perros puede evitar conflictos. La constancia y la amabilidad en el entrenamiento ayudan a que los perros aprendan comportamientos adecuados alrededor de la comida.
Alimentar bien a los perros requiere respeto por sus instintos naturales combinado con rutinas estructuradas y adiestramiento. Evita dejar comida disponible constantemente, presta atención al comportamiento de tu perro durante las comidas y fomenta buenos modales alimentarios. Las prácticas responsables de alimentación promueven el bienestar, reducen el estrés y fortalecen el vínculo entre tú y tus compañeros caninos.
Para quienes desean incorporar perros a su familia, es fundamental buscar cachorros o adoptar en criaderos responsables o refugios. Un perro bien criado y atendido responsablemente es más propenso a tener un comportamiento equilibrado en las comidas y en general.