Si alguna vez has visto a un perro arrastrar su parte trasera por el suelo, probablemente se deba a molestias causadas por problemas en las glándulas anales. Aunque este comportamiento pueda parecer extraño, es una señal común de que tu perro podría estar sufriendo algún problema en estas glándulas.
Los problemas, obstrucciones o infecciones de las glándulas anales son relativamente frecuentes en perros y suelen ser tratados por veterinarios, auxiliares veterinarios o peluqueros profesionales. Algunos propietarios aprenden a vaciar manualmente estas glándulas en casa, pero este procedimiento puede ser complicado y mejor dejarlo a los profesionales a menos que el veterinario indique lo contrario.
Aunque incómodos, la mayoría de los problemas de glándulas anales no son graves si se tratan a tiempo. Si no se tratan, pueden derivar en complicaciones como infecciones o abscesos, que requieren atención veterinaria.
Los perros tienen un par de pequeños sacos llamados glándulas anales o glándulas de olor, situados a ambos lados del ano, entre los músculos esfínteres interno y externo. Estas glándulas producen un olor característico y único en cada perro, que les ayuda a comunicarse y marcar territorio. Por eso, cuando los perros se saludan suelen olfatearse el trasero, como parte importante de su interacción social.
Todos los perros, independientemente de su sexo o si están esterilizados, tienen estas glándulas y cualquier canino puede desarrollar problemas en ellas.
Normalmente, los perros vacían sus glándulas anales de forma natural durante la defecación. Las heces firmes aplican la presión necesaria para ayudar a vaciarlas correctamente. Sin embargo, si las heces son blandas, esta presión puede ser insuficiente y las glándulas no se vacían bien.
Cuando las glándulas no se vacían completamente, pueden acumular secreciones que bloquean sus conductos y provocan molestias y presión alrededor del ano. Esto suele hacer que los perros se arrastren o "deslicen" con la zona trasera para aliviar la incomodidad.
Si no se tratan, las glándulas impactadas pueden causar dolor, inflamación, infección y formación de abscesos, que podrían requerir antibióticos o cirugía.
Además de ver a tu perro arrastrar el trasero, otras señales que debes observar son:
Ante cualquiera de estos síntomas es fundamental consultar con un veterinario cuanto antes para resolver el problema.
El proceso de vaciar manualmente las glándulas anales se llama "expresión de las glándulas anales". Este procedimiento lo realizan veterinarios, auxiliares o peluqueros profesionales. Algunos propietarios con experiencia optan por hacerlo en casa tras recibir la formación adecuada.
Como el proceso puede ser desagradable y el perro puede mostrar sensibilidad o malestar si las glándulas están afectadas, es recomendable acudir a un profesional a menos que se haya recibido instrucción específica. Una técnica incorrecta puede causar dolor o daño, por lo que la formación es imprescindible si decides hacerlo tú mismo.
La mayoría de los perros viven sin problemas en las glándulas anales, pero si tu perro es propenso a estos problemas, la prevención es clave.
La alimentación juega un papel fundamental en la salud de las glándulas anales. Dar una dieta de alta calidad y con un buen contenido proteico que produzca heces firmes favorece que las glándulas se vacíen de forma natural. A veces, puede ser necesario ajustar la dieta para encontrar el tipo de alimento que mantenga la consistencia adecuada de las heces y así reducir el riesgo de impactación.
Si los problemas se repiten pese a la mejora dietética, es importante realizar revisiones veterinarias periódicas y quizás acudir a profesionales para la expresión regular de glándulas para cuidar el confort y la salud de tu perro. Consulta siempre con el veterinario para descartar problemas subyacentes o infecciones.
Las revisiones regulares con el veterinario, una dieta adecuada y la observación atenta del comportamiento del perro pueden prevenir muchas enfermedades, incluidos los problemas de glándulas anales. La tenencia responsable implica buscar asesoramiento temprano y evitar la automedicación o técnicas caseras sin supervisión para garantizar el bienestar de tu mascota.
Entender el cuerpo de tu perro y reconocer las señales de malestar marca una gran diferencia para mejorar su calidad de vida.