Muchos amantes de los gatos en España están familiarizados con razas de pedigrí populares como el Siamés, el Persa y el Ragdoll. Sin embargo, algunas razas muy conocidas y demandadas en España, como el Scottish Fold y el Munchkin, no están reconocidas oficialmente como gatos de pedigrí por los registros más utilizados en el país, incluyendo asociaciones internacionales como el GCCFI, que equivalen al GCCF británico. A pesar de su popularidad reflejada en anuncios en portales como MundoAnimalia, estas razas carecen de un estatus oficial reconocido en España.
El GCCF en Reino Unido es la referencia de oro para el registro y la exposición de gatos de pedigrí, con 40 razas oficialmente reconocidas y registradas. En España, no existe un organismo nacional único con el mismo nivel de centralización, pero las asociaciones internacionales, como el Governing Council of the Cat Fancy International (GCCFI), desempeñan un papel importante en la normativa y reconocimiento. Aún así, hay más de 60 tipos de gatos criados por sus rasgos en Europa, lo que plantea la pregunta: ¿por qué no se reconocen ciertas razas populares?
Algunas razas están en etapas iniciales de desarrollo y se clasifican como "razas en formación". Esto significa que no cuentan con suficiente historia, datos clínicos ni rasgos constantes para evaluar su reconocimiento oficial. Estas razas pueden eventualmente cumplir los criterios con más tiempo y programas continuos de cría para establecer una población estable y uniforme.
Un requisito clave para el reconocimiento es contar con una población considerable y sostenible en España. Esto asegura diversidad genética sin excesos de consanguinidad o dependencia de cruzamientos externos. Algunas razas no tienen aún un número importante de ejemplares en el país para optar al reconocimiento oficial.
El reconocimiento exige que los gatos dentro de una raza presenten características físicas y de comportamiento estables y consistentes. Variaciones fuera de los parámetros definidos hacen que sea inviable su clasificación oficial, pues la uniformidad es esencial para la integridad de la raza y el seguimiento del bienestar animal.
Algunas razas reconocidas en otros países no cuentan con suficiente presencia en España para un registro oficial. Aunque tengan pedigrí en otros lugares, su escaso número en el país dificulta su aceptación doméstica.
Este es un factor decisivo para las asociaciones internacionales y locales, que se oponen al reconocimiento de gatos con rasgos que causan problemas de salud o bienestar. Por ejemplo, la raza Scottish Fold presenta Osteocondrodisplasia congénita, un trastorno genético que afecta el desarrollo de cartílagos y huesos, causando artritis crónica, deformidades y dolor durante toda la vida. Esta condición proviene del gen responsable del doblez en sus orejas, afectando casi a todos estos gatos en mayor o menor grado, con casos graves que terminan en eutanasia. Debido a estos problemas de bienestar, la cría y reconocimiento de Scottish Fold está restringida en gran parte de Europa, incluida España.
De forma similar, las patas cortas características del Munchkin resultan de una mutación genética que puede predisponer a problemas espinales y óseos. Aunque en algunos países se acepta con restricciones para minimizar riesgos, el bienestar sigue siendo la principal consideración.
Otras mutaciones, como la polidactilia (seis dedos) del Pixie Bob, se consideran artificiales y prescindibles desde una perspectiva de selección natural. Aunque no siempre provocan problemas de salud evidentes, las razas definidas por tales rasgos suelen ser rechazadas por los organismos de registro para fomentar una cría responsable y centrada en el bienestar animal.
El proceso de reconocimiento de una raza, en organismos internacionales con presencia en España como el GCCFI, es exhaustivo y basado en la ciencia. Involucra comités veterinarios y genéticos que evalúan la salud, el bienestar y la solidez genética de la raza propuesta. Los criadores deben demostrar una población estable y autosuficiente que mantenga las características a lo largo de varias generaciones. Los gatos fundacionales pueden estar en registros especializados mientras se aplican políticas estrictas de cruzamientos y salud. Se realiza un seguimiento continuo para detectar problemas emergentes que puedan requerir medidas correctivas o incluso la retirada del reconocimiento.
Este enfoque refleja el consenso veterinario europeo en 2025, que prioriza la salud y el bienestar animal sobre características estéticas o novedosas. Una raza puede ser popular o demandada, pero el reconocimiento se reserva a aquellas que aseguran bienestar y viabilidad a largo plazo sin comprometer la salud.
Si estás considerando un gato de pedigrí, es importante entender qué significa el reconocimiento para la salud y el bienestar de tu mascota. Las razas reconocidas han sido supervisadas para ciertos riesgos sanitarios y cumplen con estándares de cría responsables, lo que indica un pronóstico de salud más previsible. Las razas no reconocidas pueden implicar riesgos debido a rasgos extremos o limitaciones genéticas. Siempre busca criadores responsables comprometidos con prácticas éticas centradas en el bienestar de sus gatos.
Recuerda que la popularidad no siempre coincide con la idoneidad en salud y bienestar. Al elegir un gato, tu prioridad debe ser su calidad de vida y felicidad a largo plazo.
En resumen, ciertas razas populares en España no están reconocidas oficialmente debido a factores como el desarrollo temprano de la raza, población insuficiente, características inestables, baja presencia nacional y, de manera crucial, preocupaciones sobre la salud genética y el bienestar. La raza Scottish Fold continúa restringida debido a la osteocondrodisplasia grave que provoca dolor crónico, mientras que el Munchkin recibe un seguimiento cuidadoso para minimizar problemas óseos. Las políticas actuales reflejan un compromiso con altos estándares de bienestar, fomentando la propiedad responsable y la cría ética dentro del panorama felino en España y Europa.