Recibir un diagnóstico de displasia de cadera en su perro por parte de su veterinario puede ser preocupante, ya que es una de las condiciones genéticas caninas más comunes en España. Sin embargo, este diagnóstico no significa que no haya esperanza. Existen diversas formas de tratar y manejar esta afección para mejorar la calidad de vida de su perro y, en algunos casos, incluso corregir el problema a largo plazo.
La displasia de cadera es un desarrollo anormal de las articulaciones de la cadera, que provoca la laxitud de músculos, tejidos conectivos y ligamentos que deberían mantener firmemente en su lugar la cabeza del fémur dentro de la cavidad acetabular. A medida que la condición avanza, estas articulaciones mal ajustadas pueden comenzar a separarse, proceso denominado "subluxación", donde la cabeza femoral y la cavidad pélvica no se alinean correctamente y pueden soltarse durante el movimiento. Con el tiempo, esto lleva a la malformación articular, dolor y alteración en la forma de caminar o correr. La displasia puede afectar una o ambas caderas, y aunque inicialmente solo se afecte un lado, el otro suele verse comprometido con el tiempo.
Los síntomas suelen no manifestarse hasta que el perro tiene aproximadamente 18 meses. La principal forma de evaluar el riesgo es saber si alguno de los padres presenta la condición. En España, las pruebas de valoración de caderas (radiografías oficiales y certificados como el programa R.C.A.C.E. de la Real Sociedad Canina de España) ofrecen una idea clara del estado de la articulación y la probabilidad de desarrollo en cachorros. Los criadores responsables evitan criar con perros que tienen malas puntuaciones o ya muestran displasia, por lo que es fundamental asegurarse de que el criador cumpla con estas pautas éticas.
Algunas razas propensas a displasia de cadera en España incluyen:
Estas razas pueden presentar entre un 10% y un 60% de probabilidad de desarrollar displasia, según datos de evaluación realizados en España.
El objetivo del tratamiento es corregir quirúrgicamente la articulación de la cadera o manejar los síntomas para minimizar el dolor y frenar la progresión de la enfermedad. La elección depende de la edad del perro, su condición clínica, estilo de vida y factores económicos propios del entorno español.
Recomendada para perros jóvenes (6 a 18 meses) sin artritis significativa. Consiste en cortar y reposicionar los huesos pélvicos para mejorar el encaje articular, reducir el dolor y disminuir el riesgo de desarrollar artritis. Proporciona excelentes resultados a largo plazo.
Se elimina la cabeza femoral dañada para permitir la formación de una "falsa articulación" sin dolor. Adecuada para perros jóvenes y adultos. Alivia el dolor pero no restaura la función normal de la cadera; se considera una opción de rescate.
Reemplaza completamente la articulación de la cadera con componentes artificiales, ofreciendo la mejor oportunidad para restaurar la función y eliminar el dolor. Indicada en casos graves o artritis avanzada, es un procedimiento complejo que requiere un cirujano especialista en España.
Una cirugía preventiva realizada en cachorros muy jóvenes (15-20 semanas) que cierra una placa de crecimiento en la pelvis para aumentar la estabilidad articular y evitar problemas futuros. Es mínimamente invasiva y no utiliza implantes.
Procedimientos más nuevos como la dartroplastia, que consiste en cortar y moldear la cavidad articular para mejorar la estabilidad en perros jóvenes, muestran resultados prometedores, aunque aún son especializados y menos accesibles en España.
Cuando la cirugía no es viable, el manejo se enfoca en controlar los síntomas mediante:
Si bien el manejo médico no cura la displasia de cadera, puede hacer la vida confortable y retrasar la progresión severa de la enfermedad.
Si observa que su perro presenta dificultad para moverse, cojera o un modo de andar inusual, la evaluación veterinaria temprana es fundamental. La displasia es progresiva y la intervención rápida suele ampliar las opciones de tratamiento y mejorar los resultados.