La displasia de cadera es una de las condiciones óseas más comunes en perros, especialmente en razas grandes y medianas. Si tienes un perro o estás pensando en adoptar un cachorro de Labrador Retriever u otra raza similar, conocer esta enfermedad te ayudará a identificar signos tempranos y cuidar de la salud de tu mascota adecuadamente.
La displasia de cadera es un problema hereditario por el cual la articulación de la cadera se desarrolla incorrectamente. La cabeza del fémur y el acetábulo pélvico no encajan bien, causando una laxitud articular. Esta falta de congruencia genera desgaste progresivo, degeneración de la articulación y artritis dolorosa. Tanto machos como hembras pueden presentar esta condición, que puede ir de leve a grave afectando la movilidad y calidad de vida del perro.
Si bien cualquier perro puede sufrir displasia, las razas medianas y grandes son las que más la padecen, debido a su tamaño y patrón de crecimiento. Algunas razas comúnmente afectadas y disponibles en España incluyen:
Es fundamental que los perros diagnosticados con displasia o predispuestos genéticamente no sean utilizados para la reproducción, con el fin de reducir la incidencia de esta enfermedad en el país.
La cadera es una articulación en forma de bola y cavidad que conecta la pata trasera con la pelvis. Normalmente, la cabeza femoral encaja perfectamente dentro del acetábulo, sostenida por ligamentos y lubricada con líquido sinovial para facilitar el movimiento suave.
En la displasia, la formación de la articulación es defectuosa durante el crecimiento. Esto produce una laxitud en ligamentos y tejidos circundantes, con separación parcial entre la bola y la cavidad (subluxación). Este movimiento anómalo provoca deformación articular, dolor y pérdida progresiva de movilidad. Los síntomas pueden surgir en edades tempranas y empeorar con el paso del tiempo.
En razas con alto riesgo, la detección temprana es vital. En España, las pruebas de valoración de cadera mediante radiografías veterinarias son habituales para evaluar la salud articular, especialmente antes de usar a un perro para cría. Observa estos síntomas frecuentes que indican posible displasia:
El diagnóstico veterinario requiere radiografías bajo sedación o anestesia para obtener imágenes nítidas de las articulaciones. Estas evalúan la laxitud y la presencia de artritis, calificando la cadera mediante un sistema de puntuación. En casos complejos, se puede usar tomografía computarizada para un análisis detallado.
El tratamiento depende de la gravedad y necesidades del perro. El objetivo es reducir el dolor y mantener la movilidad.
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y analgésicos alivian las molestias y la inflamación. Son tratamientos de soporte que incentivan la actividad, pero no curan la enfermedad.
Es crucial mantener un peso saludable con una dieta equilibrada y ejercicio controlado. El exceso de peso aumenta la carga en las articulaciones, mientras que una actividad adecuada ayuda a conservar tono muscular y flexibilidad articular. La natación es un ejercicio excelente de bajo impacto recomendado en España.
La cría responsable es esencial. En España, los criadores deben realizar evaluaciones de la cadera en sus reproductores para evitar transmitir la predisposición genética. El crecimiento controlado y la dieta durante la etapa de cachorro también contribuyen a disminuir el riesgo. Revisiones veterinarias tempranas permiten manejar la patología proactivamente.
La displasia de cadera puede ser una condición compleja, pero con un diagnóstico a tiempo y cuidados adecuados, muchos perros mantienen una buena calidad de vida. Si planeas adoptar un cachorro de una raza susceptible, busca siempre criadores responsables con pruebas de salud. Para los perros afectados, una combinación de tratamientos médicos y quirúrgicos adaptados mejora significativamente su bienestar.