Los perros son animales conocidos por su gran interés en la comida, a menudo dando prioridad a las horas de la comida por encima de otras actividades. Esto lleva a pensar que tienen unas papilas gustativas muy sensibles, del mismo modo que su olfato es especialmente agudo. Sin embargo, la realidad es más compleja y fascinante.
Aunque los perros sí saborean su comida, su sentido del gusto es bastante diferente y menos refinado que el de los humanos. Los humanos poseen aproximadamente 9.000 papilas gustativas, mientras que los perros tienen alrededor de 1.700, principalmente concentradas en la parte superior y frontal de la lengua. Esta diferencia influye en cómo los perros perciben los sabores, en parte debido a su evolución como carnívoros y su domesticación junto a los humanos.
Los perros pueden detectar las cuatro categorías principales del gusto: dulce, ácido, salado y amargo. Sin embargo, la cantidad de papilas sensibles al sabor salado es menor que en los humanos. De forma interesante, los perros tienen papilas especiales para percibir el agua, lo que ayuda a la hidratación, especialmente cuando consumen dietas ricas en proteínas y sales.
Además, los perros son especialmente sensibles a los sabores amargos, que en la naturaleza suelen indicar sustancias tóxicas o venenosas. Esta sensibilidad contribuye a mantenerlos a salvo, haciendo que los sabores amargos o tóxicos resulten desagradables. Por esto, los sprays amargos funcionan bien para disuadir conductas no deseadas como morder objetos.
En estado salvaje, la dieta de los perros es mayoritariamente carnívora. Sus papilas gustativas están adaptadas para apreciar los compuestos presentes en la carne y productos cárnicos, lo que explica el atractivo especial que tiene para ellos este tipo de sabores. Aunque los perros también pueden comer cereales y ciertas frutas o verduras cuando la carne escasea, su preferencia natural es una alimentación rica en carne, grasas y una cantidad moderada de materia vegetal comestible.
El sabor “umami” o salado, aunque menos definido para los perros que para los humanos, también despierta una respuesta positiva asociada a los sabores cárnicos, razón por la cual la comida para perros con base de carne resulta muy atractiva para ellos.
El sentido del olfato juega un papel fundamental y estrechamente vinculado al gusto en los perros. Sus receptores olfativos son miles de veces más sensibles que los de los humanos, por lo que los aromas fuertes pueden influir mucho en lo apetecible que les parece una comida.
Por esta razón, los perros pueden comer con entusiasmo alimentos que a nosotros nos resultan desagradables o carentes de sabor notable, porque el olor provoca una respuesta sensorial positiva. Por ejemplo, olores extraños como los de excrementos de zorro o animales atropellados pueden atraer a los perros debido a esta poderosa estimulación olfativa.
A medida que los perros envejecen, sus sentidos, incluido el gusto y el olfato, pueden disminuir ligeramente. Esta reducción puede llevar a una menor interés por la comida y los premios. Ofrecer alimentos con aromas más intensos puede ayudar a estimular el apetito de los perros mayores y mantener su ingesta saludable.
Es importante adaptar las opciones de alimentación y la forma de darles la comida a medida que el perro envejece, para satisfacer sus necesidades nutricionales y asegurar que las comidas sigan siendo atractivas.
Este proceso refleja una experiencia sensorial única en la que el olfato domina en gran medida la percepción del sabor en los perros.
Entender las papilas gustativas y preferencias de tu perro te ayudará a tomar decisiones más informadas sobre su dieta, mejorando su salud y bienestar. Elige alimentos de alta calidad y nutritivos que se adapten a las necesidades de tu perro y evita sustancias que puedan desencadenar su aversión al sabor amargo.
Al adquirir un perro, siempre busca criadores reputados o considera la adopción, apoyando así prácticas éticas y responsables de tenencia de mascotas en España.
Respuesta rápida: El sentido del olfato de los perros influye mucho en su percepción del sabor, haciendo que olores puedan hacer atractivos para ellos alimentos o sustancias que para nosotros resultan desagradables.
Los perros evalúan su alimento principalmente a través del olfato, que es mucho más sensible que sus papilas gustativas. Elementos que los humanos consideran amargos, repugnantes o con olores fétidos pueden portar señales químicas atractivas para la nariz canina. Esto explica comportamientos como olfatear o incluso ingerir restos de animales atropellados o heces, ligados a su instinto natural de carroñeo.
Aunque esto puede resultar desagradable para los dueños, es importante entender que se trata de un instinto natural en los perros, modelado por su historia evolutiva. Los dueños deben proporcionar alternativas seguras y saludables, y evitar la ingestión de sustancias dañinas para mantener a sus perros protegidos.