La peritonitis infecciosa felina (PIF) es una enfermedad grave y a menudo fatal que afecta a los gatos, causada por una mutación del coronavirus felino. Comprender la PIF es fundamental para los propietarios, especialmente aquellos con varios gatos, para prevenir su propagación y asegurar una intervención temprana. Los hogares con múltiples gatos tienen mayor riesgo, ya que el virus se transmite a través de las heces y secreciones respiratorias, contaminando zonas comunes. Las personas también pueden llevar el virus en las manos o ropa entre gatos, por lo que la higiene adecuada ayuda a reducir el riesgo de contagio.
Este virus afecta principalmente a gatos con sistemas inmunitarios comprometidos, incluyendo gatitos con inmunidad inmadura y gatos mayores con defensas debilitadas. Se propaga dentro del cuerpo del gato mediante glóbulos blancos infectados. Aunque los gatitos de 3 meses a 3 años son los más vulnerables, los gatos senior también pueden desarrollar PIF debido a su inmunidad más débil. La enfermedad se origina por la mutación del coronavirus felino común, presente en muchos gatos sanos, que en algunos individuos muta y causa la PIF.
La PIF se presenta en dos formas principales con síntomas distintos:
Ambas formas producen signos generales como pelaje opaco, pérdida de peso, letargo y decaimiento. La forma húmeda progresa rápido y presenta fiebre persistente que no cede con tratamientos, anorexia, abdomen inflamado, dificultad respiratoria, estornudos y secreción nasal. La forma seca puede causar crecimiento lento en gatitos, anemia, ictericia, fiebre, inflamación ocular y signos neurológicos como pérdida de visión o falta de coordinación.
La PIF surge cuando un coronavirus felino habitualmente inofensivo muta en el cuerpo del gato, especialmente si el sistema inmunitario no lo controla eficazmente. Esta mutación convierte la infección común en la mucho más grave PIF, que invade y afecta los glóbulos blancos. El virus puede permanecer latente meses antes de mutar y manifestarse la enfermedad. Esta compleja interacción explica por qué no todos los gatos expuestos desarrollan PIF.
Diagnosticar la PIF resulta complicado por la similitud con otras enfermedades. El veterinario utiliza varias pruebas como:
En casos complejos, puede ser necesaria cirugía exploratoria para obtener biopsias que confirmen el diagnóstico.
Tratar la PIF sigue siendo difícil, pero avances recientes han mejorado el pronóstico en algunos casos.
La intervención temprana y el seguimiento constante del veterinario son esenciales para mejorar el éxito del tratamiento y la calidad de vida del gato.
El pronóstico de gatos con PIF suele ser reservado, especialmente en la forma húmeda. Proporcionar cuidados de apoyo en casa centrados en la comodidad es clave. Durante la etapa activa, los gatos afectados deben mantenerse separados para evitar contagios. La limpieza y desinfección regular de áreas y utensilios es vital en casas con varios gatos.
Aunque la PIF sigue siendo un diagnóstico preocupante, la investigación y tratamientos antivirales actuales brindan nuevas esperanzas para muchos gatos y sus dueños.
Para asesoramiento sobre la compra o adopción responsable de gatos, lo mejor es consultar siempre con especialistas veterinarios y profesionales de confianza.