Aunque todos adoramos a los cachorros, es fundamental evitar camadas no planificadas evitando que una perra no esterilizada entre en celo, a menos que tengas planes responsables de cría. El ciclo de celo provoca un fuerte impulso reproductivo que hace que las perras busquen pareja, a veces escapando de la supervisión y causando embarazos accidentales que pueden dar lugar a miles de cachorros no deseados en España cada año.
Una perra experimenta su primer celo o ciclo de estro aproximadamente a los seis meses, aunque las razas grandes pueden tardar hasta 18 meses en iniciarlo. Este momento marca la pubertad y la fertilidad. Las perras no esterilizadas suelen entrar en celo una o dos veces al año, y cada ciclo dura hasta tres semanas. Durante este periodo, pueden concebir, acompañado de cambios hormonales y de comportamiento.
Buscar cachorros y entender la cría responsable inicia con decisiones informadas. La esterilización, una cirugía llamada ovariohisterectomía, que consiste en la extracción de los ovarios y el útero, es la forma más definitiva de prevenir el celo de forma permanente. Esta detiene el ciclo hormonal, eliminando el celo y la posibilidad de embarazo.
Esta intervención también ofrece beneficios a largo plazo en la salud, incluyendo una notable reducción en el riesgo de cáncer ovárico, uterino y tumores mamarios, así como la prevención de infecciones uterinas como la piometra. Aunque requiere anestesia general y conlleva los riesgos propios de una cirugía, sigue siendo el método más seguro y eficaz recomendado por los veterinarios en España.
Para algunos propietarios, la esterilización puede no ser viable de inmediato por motivos médicos o planes futuros de cría. En esos casos, los anticonceptivos hormonales ofrecen una alternativa temporal para prevenir o retrasar los ciclos de celo.
Entre ellos se incluyen inyecciones de acción prolongada como Delvosterón o Proligesterona, que suprimen la liberación de óvulos o impiden la implantación manipulando el entorno hormonal de la perra. El protocolo suele comenzar con una inyección inicial seguida de dosis repetidas durante varios meses para mantener la supresión.
No obstante, estos métodos tienen inconvenientes. Requieren un seguimiento veterinario estricto y pueden provocar efectos secundarios como aumento de peso, mayor riesgo de infecciones uterinas y eliminan muchos de los beneficios de la esterilización, incluida la reducción del riesgo de cáncer. Además, la fertilidad puede no volver inmediatamente tras suspender las inyecciones, especialmente después de un uso prolongado de más de un año.
Si los anticonceptivos hormonales o la esterilización no son opciones, manejar los ciclos de celo de una perra requiere cuidados adicionales. La supervisión estrecha para evitar el contacto con machos no castrados es crucial para evitar embarazos no deseados. Proporcionar enriquecimiento adecuado ayuda a reducir el estrés y los cambios de comportamiento comunes durante el celo, como el aumento del vagabundeo o la inquietud.
Utilizar espacios al aire libre confinados y seguros y evitar soltar a la perra sin correa durante este tiempo minimizan riesgos. Muchos dueños optan por residencias caninas especializadas en cuidado de perras en celo para prevenir apareamientos accidentales durante estos impulsos fuertes.
Evitar que una perra no esterilizada entre en celo se logra principalmente mediante la esterilización quirúrgica, que ofrece el cese permanente de los ciclos de celo y beneficios importantes para la salud. Aunque los anticonceptivos hormonales existen como alternativa temporal, conllevan ciertos riesgos y requieren manejo continuo.
La tenencia responsable implica considerar cuidadosamente las implicaciones para la salud y el bienestar. Trabajar con un veterinario y planificar adecuadamente garantiza los mejores resultados para la salud de tu perra y la armonía en tu hogar.