Una catarata es la opacidad del cristalino en el ojo de un perro, que puede afectar gravemente su visión. Al igual que en las personas, las cataratas son una causa principal de ceguera en perros y suelen asociarse con el envejecimiento. Aunque las cataratas pequeñas o en etapas iniciales pueden no afectar mucho la vista, tienden a progresar si no se tratan. Reconocer los signos a tiempo y conocer las opciones de tratamiento es fundamental para el bienestar de tu perro.
¿Sabes cómo identificar las cataratas en tu perro y qué pasos seguir si sospechas que tu mascota está desarrollando esta condición? Sigue leyendo para encontrar una guía completa.
Las cataratas se desarrollan cuando cambios en el cristalino, frecuentemente debido a depósitos de pigmentos y alteraciones en la estructura proteica, vuelven el cristalino opaco o blanquecino. Esta opacidad bloquea o distorsiona la luz que entra al ojo, reduciendo la capacidad del perro para ver colores, enfocar o distinguir objetos con claridad. Los perros tienen especial dificultad en condiciones de poca luz o de noche, y el deslumbramiento por luces brillantes también puede causar molestias. Las cataratas pueden afectar uno o ambos ojos y variar en gravedad.
Cualquier perro puede desarrollar cataratas, independientemente de la raza o edad. Sin embargo, los perros maduros mayores de ocho años tienen mayor riesgo, y la probabilidad aumenta con cada año que pasa. Las cataratas también pueden estar presentes desde el nacimiento, apareciendo en cachorros y perros jóvenes menores de tres años. Algunas razas con ojos prominentes y convexos, como el Carlino (Pug), suelen ser más susceptibles. Las lesiones oculares, inflamaciones y enfermedades sistémicas como la diabetes son otros factores importantes.
Aunque no es aconsejable mirar directamente los ojos de tu perro, observarlo regularmente puede ayudarte a notar cambios sutiles. Las cataratas en etapa inicial pueden manifestarse como una ligera neblina azul-gris sobre el ojo. A medida que avanzan, el cristalino se vuelve más opaco o blanco lechoso. Signos de comportamiento incluyen chocar con muebles, torpeza, dudas para saltar o dificultad para atrapar objetos. Si observas cualquiera de estos indicios, es crucial acudir al veterinario lo antes posible.
El veterinario examinará los ojos de tu perro con equipos especializados, iluminando el cristalino y la retina para detectar cataratas y otros problemas oculares como glaucoma o uveítis. También podrían realizar análisis de sangre para detectar condiciones subyacentes como diabetes, que deben tratarse conjuntamente con el cuidado ocular.
En muchos casos, los cachorros y perros adultos con cataratas tempranas o leves no requieren cirugía inmediata. Sin embargo, para cataratas maduras que causan pérdida significativa de visión, se suele recomendar cirugía para extraer el cristalino afectado y reemplazarlo con un lente artificial. Este procedimiento es más adecuado para perros con buena salud general debido a la recuperación y cuidados postoperatorios intensivos que requiere.
Después de la cirugía, los perros deben recibir colirios durante varias semanas y posiblemente usar un collar protector para evitar rascarse o frotarse el ojo. Sin tratamiento, las cataratas pueden provocar complicaciones dolorosas, como glaucoma, que conlleva ceguera irreversible. La intervención veterinaria temprana es clave para lograr los mejores resultados y mantener la calidad de vida de tu perro.
Además del tratamiento médico, es fundamental ayudar a tu perro a moverse con seguridad en su entorno. Mantén los muebles en lugares predecibles, usa guías suaves para ayudarlo a evitar obstáculos y sigue una rutina tranquila. Considera un seguro para mascotas que ayude a cubrir los gastos veterinarios imprevistos relacionados con problemas oculares y otras enfermedades.
Recuerda que las cataratas tienen diferentes etapas y causas, por lo que trabajar estrechamente con el veterinario garantizará el plan de cuidado adecuado para tu fiel compañero.