Los perros pueden sufrir una amplia variedad de alergias, similares a las que padecen los humanos, como alergias alimentarias, alergias a las pulgas y desencadenantes ambientales como el polen y el moho. Comprender estas alergias es fundamental para ofrecer un cuidado efectivo y mejorar la calidad de vida de tu perro. Esta guía explora los tipos comunes de alergias caninas y formas prácticas de manejarlas.
Alrededor del 10% de las alergias en perros son causadas por alimentos. Es común que los perros desarrollen alergias a proteínas como las de la ternera, productos lácteos y trigo, siendo la ternera responsable de aproximadamente el 70% de los casos. Los síntomas pueden variar desde picazón en el pelaje, orejas inflamadas e irritación cutánea hasta problemas digestivos como diarrea y vómitos.
El diagnóstico de alergias alimentarias suele implicar una dieta de eliminación, donde los posibles alérgenos se eliminan y reintroducen durante varias semanas bajo supervisión veterinaria. Es importante revisar detenidamente las etiquetas del pienso, ya que términos como “carne” o “derivados animales” pueden ocultar ingredientes alergénicos. Pueden ser necesarias dietas comerciales hipoalergénicas o comidas caseras con proteínas naturales y novedosas. Recuerda que los perros pueden desarrollar nuevas alergias con el tiempo, por lo que la observación continua es esencial.
Las alergias a pulgas y garrapatas son especialmente habituales durante los meses cálidos cuando las infestaciones aumentan. Los perros alérgicos a la saliva de pulga presentan picazón intensa, enrojecimiento, pérdida de pelo e infecciones secundarias de la piel.
La prevención efectiva requiere el uso todo el año de tratamientos tópicos antipulgas y antigarrapatas, como Frontline o Advantix, aunque su eficacia puede disminuir con exposiciones repetidas al agua. Los baños regulares con champús hipoalergénicos ayudan a aliviar los síntomas. Un control rápido de las pulgas no solo reduce el malestar sino que previene daños cutáneos a largo plazo.
Las alergias ambientales, conocidas también como fiebre del heno, son causadas por polen, ácaros del polvo y otros alérgenos en el aire. Los síntomas incluyen picazón en orejas, cara, axilas y patas, además de infecciones recurrentes en los oídos y ojos rojos y llorosos. A diferencia de la fiebre del heno en humanos, los perros suelen verse afectados principalmente en la piel más que en las vías respiratorias.
El manejo combina tratamientos veterinarios como antihistamínicos o esteroides con cuidados domiciliarios: limpiar las patas después de los paseos para eliminar el polen, mantener las ventanas cerradas durante temporadas de polen alto, aspirar la casa regularmente y lavar la ropa de cama con frecuencia. Ofrecer alimentos hipoalergénicos también puede ayudar a disminuir la inflamación.
El moho prospera en áreas húmedas y mal ventiladas como baños o cocinas, liberando esporas que pueden desencadenar reacciones alérgicas en perros. Los síntomas incluyen enrojecimiento e irritación de la piel. Algunos mohos, como Stachybotrys, pueden ser especialmente peligrosos.
La prevención se centra en reducir la humedad del hogar, mantener limpios los sistemas de aire acondicionado y limpiar rápidamente moho, humedad y polvo. Estas medidas minimizan la exposición a alérgenos y protegen la salud cutánea de tu perro.
Los perros también pueden ser alérgicos a otros animales, especialmente a los gatos. Las proteínas en la saliva del gato pueden estar en el aire y depositarse en muebles y paredes, causando picor e irritación en perros sensibles. Cepillados regulares al gato y uso de polvos que reducen alérgenos, seguidos de aspirado frecuente, pueden ayudar a reducir el riesgo.
Si sospechas que tu perro tiene alguna alergia, es fundamental consultar con un veterinario. Las pruebas veterinarias pueden identificar alérgenos específicos y ayudar a diseñar un plan de tratamiento personalizado para aliviar los síntomas y promover el bienestar de tu mascota.
Para quienes buscan cachorros o desean adoptar de criadores responsables, comprender los riesgos de alergias es clave para asegurar una tenencia ética y una mascota feliz y saludable.
Respuesta rápida: Los principales tipos incluyen alergias alimentarias, dermatitis alérgica por pulgas y alergias ambientales como sensibilidad al polen o al moho.
Cada tipo de alergia causa diferentes síntomas y requiere estrategias de tratamiento específicas. Las alergias alimentarias suelen manifestarse con síntomas cutáneos y digestivos, las alergias a pulgas provocan picazón intensa por la saliva de pulga, y las alergias ambientales tienden a producir picor e inflamación, especialmente en ciertas estaciones.
Respuesta rápida: Las alergias alimentarias se diagnostican generalmente mediante un ensayo con dieta de eliminación durante 8 a 12 semanas bajo supervisión veterinaria.
Esto consiste en alimentar a tu perro con una dieta con proteínas novedosas o hidrolizadas evitando todas las demás proteínas. Si los síntomas mejoran y vuelven al reintroducir la dieta original, el diagnóstico queda confirmado. Los análisis de sangre pueden ayudar, pero son menos fiables que los ensayos dietéticos.
Respuesta rápida: Limpia las patas de tu perro después de los paseos, mantén las ventanas cerradas durante picos de polen, aspira frecuentemente, lava su ropa de cama regularmente y considera dietas hipoalergénicas.
Estas prácticas domésticas reducen la exposición al polen y otros alérgenos en el aire. Combinadas con medicamentos prescritos por el veterinario, alivian eficazmente el malestar de la fiebre del heno en perros.