Las reacciones alimentarias adversas en perros comparten a menudo síntomas con otros problemas de salud. Las afecciones cutáneas pueden parecer causadas por parásitos o alergias ambientales, mientras que los problemas digestivos podrían confundirse con infecciones u otras enfermedades. Los perros con alergias alimentarias suelen sufrir irritaciones en la piel, aunque también pueden presentarse síntomas digestivos. La intolerancia dietética normalmente causa síntomas gastrointestinales, aunque hay excepciones. Para brindar el cuidado adecuado, es fundamental consultar a tu veterinario para descartar otras causas, especialmente si tu perro vomita, está apático o muestra incomodidad. En ocasiones, tratamientos con antibióticos o antiinflamatorios son necesarios para combatir infecciones secundarias e inflamación.
Tu veterinario te orientará sobre el mejor tratamiento para mantener a tu perro cómodo y controlar posibles infecciones. En casos de diarrea, cambiar a una dieta baja en grasas y libre de ingredientes sospechosos ayuda a apoyar la digestión. Las enzimas digestivas para la grasa funcionan con dificultad durante estos episodios, y reducir la grasa previene irritaciones y la diarrea secretora causada por residuos grasos en el intestino grueso.
Anota todo lo que consume tu perro, no solo las comidas principales, sino también premios, recompensas de adiestramiento, huesos para roer, sobras y suplementos dietéticos como pasta dental o remedios homeopáticos. Observa si puede acceder a otras fuentes, como comida de gato, semillas para pájaros, restos encontrados o ciertas plantas. Este diario alimentario completo puede revelar alérgenos ocultos o exposiciones inesperadas.
El estrés puede debilitar los sistemas inmunitario y digestivo del perro, disminuyendo su tolerancia a alérgenos e irritantes. Prioriza el bienestar psicológico de tu perro junto con su salud física, proporcionándole un ambiente tranquilo y estable, ejercicio regular y compañía amable para fomentar su resistencia ante reacciones adversas.
El trigo, la carne de vacuno y los lácteos representan más del 65% de las reacciones alimentarias adversas en perros en España, siendo la soja también un desencadenante frecuente. Recuerda que los perros pueden desarrollar alergias o intolerancias a cualquier proteína o ingrediente. Los cereales contienen proteínas de almacenamiento llamadas prolaminas que pueden provocar respuestas alérgicas. La intolerancia a los lácteos suele derivarse de una disminución de la enzima lactasa con la edad, causando intolerancia a la lactosa. Excluye cuidadosamente estos ingredientes comunes si causan síntomas en tu perro.
Tenga precaución con los alimentos comerciales para perros y sus premios que listan ingredientes vagos como "cereales" o "derivados de origen animal o vegetal". Estos componentes no especificados pueden ocultar posibles alérgenos. Elegir productos con listas claras y simples de ingredientes ayuda a evitar la exposición involuntaria a sustancias problemáticas.
Aunque muchos perros disfrutan estos premios, contienen proteínas indigestibles y poco valor nutricional, representando un riesgo para perros propensos a reacciones alérgicas. Las proteínas antigénicas residuales y moléculas grandes de polipéptidos en estos premios pueden persistir en el cuerpo y agravar sensibilidades. Para perros sensibles, ofrece solo premios altamente digeribles y con valor nutricional para reducir riesgos de alergias.
La histamina, presente naturalmente en algunos alimentos y liberada durante reacciones alérgicas, puede causar síntomas en perros sensibles con niveles bajos de la enzima diamino oxidasa, encargada de descomponer la histamina dietética. Evita alimentos ricos en histamina como pescados enlatados (atún, caballa), quesos, embutidos procesados como salchichas, espinacas y tomates para ayudar a controlar las reacciones.
Si al excluir alérgenos comunes persisten los síntomas, considera otras causas como reacciones a proteínas nuevas, diferentes fuentes de carbohidratos o métodos de procesamiento. Algunos perros toleran el pollo fresco pero no el alimento comercial seco con pollo, y viceversa. Asegúrate de que la dieta elegida esté equilibrada y adecuada a las necesidades individuales de tu perro.
La reacción de cada perro a los alimentos varía. Lo que funciona bien para uno puede no ser adecuado para otro. Por ejemplo, algunos dueños prefieren dietas sin cereales, que pueden ser beneficiosas si el perro es alérgico al arroz, pero si la alternativa es la patata y el perro también reacciona a esta, no es adecuada. Evalúa individualmente las sensibilidades de tu perro, considerando tanto proteínas como carbohidratos para encontrar el mejor enfoque dietético.
Manejar las reacciones alimentarias adversas es un proceso que requiere observación cuidadosa, colaboración veterinaria y paciencia. Siguiendo estos consejos, puedes mejorar la comodidad y calidad de vida de tu perro con un cuidado responsable e informado.
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