Los antepasados del Dogo Argentino (razas del tipo molosoide) eran los perros más utilizados en combates y peleas y aunque en la actualidad, afortunadamente, ya no se practiquen, el Dogo Argentino carga con el estigma de su pasado.
El responsable del nacimiento del Dogo Argentino fue Antonio Nores Martínez, quien hacia 1900 utilizó los dogos que corrían por Argentina desde el siglo XVI para crear una nueva raza idónea para cazar pumas. Quería encontrar un perro de tamaño mediano que se pudiese utilizar en las zonas montañosas y que fuese de color blanco, para poder localizarlo fácilmente en la pampa argentina. Después de algunos cruces de los dogos indígenas con Pointers, Boxers, Dogos Alemanes, Bull Terriers, Bulldogs, Irish Wolfhounds, Dogos de Burdeos y Mastines Españoles, en 1928, Antonio consiguió lo que quería y redactó el estándar de la raza.
El Dogo Argentino es un perro sensible, equilibrado, fiel, valeroso, inteligente y discreto. Es un vigilante nato poco ladrador y un buen compañero de juegos para niños mayores de doce años. Aunque tolera que le tiren de la cola, que se suban encima de él, que lo pellizquen o que lo empujen, eso no quiere decir que disfrute con ello. Es importante enseñar a los niños a tratar a un perro tan fuerte como este.
El Dogo Argentino es un perro bastante grande, muy musculoso y de color completamente blanco. Tiene una cola larga y gruesa y unas orejas de mediana longitud, anchas, gruesas y colgantes.
Es importante empezar el adiestramiento del Dogo Argentino tan pronto haya cumplido las 12 semanas, para así canalizar correctamente su entusiasmo y toda su energía. Es recomendable educarlo con suavidad y dejar de lado la violencia. Hay que acostumbrarlo enseguida al contacto humano y no aislarlo.
El Dogo Argentino necesita mucho espacio y no es adecuado para vivir en una vivienda pequeña. Requiere que le propinen unas buenas dosis de ejercicio.
El Dogo Argentino, como la mayoría de perros blancos, es propenso a la sordera. Debido a su tamaño también puede verse afectado por la displasia de cadera.
En primer lugar y sobre todo, el Dogo Argentino es un cazador de piezas de caza mayor que es capaz de seguirle el rastro a la presa a través de bosques, de densas praderas y de arbustos. Pero una mirada a este hermoso perro blanco le dice que no se trata de un perro de caza ordinario. La exuberante musculatura y su poderosa estructura le confieren al Dogo Argentino no sólo gran fuerza, sino también una extraordinaria agilidad, rapidez y resistencia. Teniendo en cuenta el tamaño de esta raza (unos 40-45 kg cuando está totalmente crecido), la agilidad del Dogo Argentino es un fantástico espectáculo que no le gustará perderse, ya que a esta raza le satisface hacer gala de su capacidad atlética.
La rapidez del Dogo Argentino también es impresionante. Al igual que un gran velocista, este perro es capaz de alcanzar una gran celeridad en un momento, y parece alcanzar su punta de velocidad tras dar unos pocos pasos. El Dogo Argentino también recuerda a un caballo pura sangre de carreras, ya que puede correr con una gran resistencia y a un ritmo rápido y constante.
El Dogo Argentino apenas tiene competencia en cuanto a valentía, tenacidad e inteligencia. Una vez ha fijado su vista en algo, es imposible evitar que este perro consiga su objetivo. Ningún terreno escabroso, mal clima u obstáculo hará que abandone. A veces esta resolución puede ser peligrosa, ya que el Dogo Argentino rara vez admite que siente dolor y está más que deseoso de luchar hasta la muerte si es necesario.
Si los rasgos mencionados no son suficientes para convencerle de la versatilidad y la capacidad atlética del Dogo Argentino, tenga en cuenta que esta raza ha conocido el éxito no sólo en la caza sino también en las pruebas de obediencia, el trabajo militar y policial, el Schutzhund y la búsqueda y rescate, además de utilizarse como perro lazarillo.
El Dogo Argentino tiene un fuerte temperamento, una gran inteligencia y, como la mayoría de perros, trabaja muy duro para complacer a su amo. Esto hace que la raza sea ideal para el adiestramiento de obediencia además de para el adiestramiento para usos prácticos, como las tareas en casa o en la granja. De todas formas, existen unos pocos elementos que deben tenerse en cuenta cuando se lleva a cabo un programa de adiestramiento.
En primer lugar, no se deje embaucar por la mirada fría, dura e intimidatoria característica de la raza, ya que nunca se quiso que esta mirada fuera dirigida a las personas. Más bien al contrario, el Dogo Argentino es una raza muy sensible que no reacciona bien ante el trato severo por parte de su amo. Los castigos físicos, aparte del típico tirón del collar estrangulador, son innecesarios y no recomendables. Estos perros son muy receptivos al refuerzo positivo durante su adiestramiento y aprenden muy rápido si se les maneja de esta manera. Utilice correcciones amables y constantes junto con un tono de voz severo cuando sea necesario, y notará rápidos avances.
Como el Dogo Argentino es muy inteligente, se aburre con facilidad con la repetición y con las tareas aparentemente inútiles. Para combatir esto, haga que las sesiones de obediencia duren poco (no más de quince minutos) y enséñele al perro las máximas tareas posibles. Trate de incluir tantas diversiones como sea posible (por ejemplo, que vaya a coger y le traiga una pelota o juegos con discos voladores) entre las tareas mundanas. Su perro notará lo bien que se lo está pasando usted y él reaccionará, de forma recíproca, con el mismo entusiasmo.
El programa de adiestramiento que diseñe debería proporcionarle mucho ejercicio a su Dogo Argentino. Una simple mirada a su impresionante musculatura nos basta para ver que este perro tiene una gran capacidad atlética y que necesita actividad. Si se lleva a su perro de cacería, entonces es probable que no tenga que preocuparse de mantenerle activo. De todas formas, si lo tiene como mascota familiar, asegúrese de mantener una rutina de ejercicio vigoroso.
Lo ideal es que el Dogo Argentino disponga de mucho espacio al aire libre para correr y pasear en sus dominios. Si éste no es el caso, debe llevar al perro a una zona al aire libre como mínimo una o dos veces por semana. Debido a su instinto innato para la caza, no le deje suelto por el campo. Puede que encuentre una presa y quizás no vuelva nunca. En lugar de eso, compre una correa larga, como las que se utilizan en las pruebas de rastreo (de unos 30 m de longitud) y póngase en buena forma para así correr junto a su perro.
El Dogo Argentino es una raza amistosa con la gente y que establece un vínculo fuerte y duradero con su amo y su familia. Los hermanos Nores trabajaron muy cuidadosamente para introducir este rasgo en la raza y, hoy día, los resultados se ponen, claramente, de relieve.
Hable con cualquier propietario de un Dogo Argentino y escuchará las mismas cosas: «No se tumba al lado de mis pies sino sobre mis pies», «Llora cuando nos encontramos en otra habitación», «Quiere que le acaricie y le abrace constantemente», «Es mi sombra, no puedo ir a ningún sitio sin que me siga». Desde luego que el Dogo Argentino espera el contacto humano, tanto físico como emocional. Aunque esta raza se siente muy unida a sus propietarios, rara vez sufre de ansiedad por separación. Este perro es una mascota ideal para tenerlo con los niños, ya que tolerará que le tiren de la cola, que se suban encima de él, los pellizcos, los empujones o cualquier otra cosa sin ni siquiera emitir un gruñido. De hecho, casi parecería como si estuviera disfrutando con las bromas que le gastan los niños. No se equivoque, el Dogo Argentino no disfruta con ningún tipo de trato cruel. Se debería enseñar a los niños la manera adecuada de tratar a cualquier perro, especialmente a uno tan fuerte como el Dogo Argentino.
Después de haber tenido unos pocos Dogos Argentinos y de haber visto muchos otros, parece inverosímil que la raza no esté permitida en Gran Bretaña debido a su «temperamento cuestionable ». Más bien al contrario, puede que esta raza sea la más dócil, respetuosa y afable con la que se haya encontrado el autor. Desgraciadamente, las dañinas leyes específicas para ciertas razas han prohibido a muchas razas de fantásticos perros de compañía en ciertos países. Este autor se lamenta de que las ignorantes «autoridades caninas» hayan descrito al Dogo Argentino como «un Pit Bull gigante». No tengo nada malo que decir de esta raza, ya que muchos de estos perros son intachables compañeros, pero es triste que se aplique este estigma a este maravilloso perro argentino.
Hay gente que le dirá que el Dogo Argentino es un gran perro guardián, ya que es muy fuerte, está muy alerta y tiene un instinto agresivo. Esta teoría es, en gran parte, bastante débil. Sí, es cierto que están muy alerta y que investigarán, debido a su curiosidad, cualquier ruido u olor inusual que note en la zona donde esté. También debe comprenderse que no se crió al Dogo Argentino para ser un vigilante nocturno, sino un cazador. Con su instinto cazador es improbable que su superperro se sienta feliz vigilando su hogar como tarea principal o única. Es un cazador y vive para la caza. Con esto no queremos decir que no sea un perro de guarda; de hecho, debido al fuerte vínculo emocional del Dogo Argentino con su familia, actuará rápidamente cuando perciba que alguien o algo pueden hacer daño a su amo y/o a los que quiere.
El Dogo Argentino no es un perro al que se pueda dejar solo en el jardín o en una perrera. Ellos gravitan en torno al calor humano y prefieren estar en su compañía. Se encontrará con que aunque él necesita estar cerca de usted, no precisa, necesariamente, de caricias y de atención constante. Se mostrará muy contento tumbado en el suelo al lado de (aunque más bien sobre) sus pies y no ser un estorbo.
Puede que el Dogo se convierta en un fastidio cuando le deje usted solo, ya que es un perro muy activo que se aburre con facilidad. Acepte este consejo del autor, que ha observado con sus propios ojos algunas consecuencias nefastas por dejar al perro entretenerse por su cuenta en el jardín durante unas pocas horas. Una de las veces volví para encontrarme con que la perra se había hecho con un «palo» para jugar; de hecho, el «palo» era un tablón de casi dos metros que había arrancado de la fachada trasera de casa. En otra ocasión volví de la compra para encontrarme con que faltaba una sección de dos metros del tubo de desagüe de aluminio que bajaba por la fachada lateral de mi casa. Unos segundos más tarde vi a mi hermoso Dogo Argentino con el tubo, que le impedía pasar a través de una verja estrecha, entre sus dientes. Otra vez le cogí arrancando la corteza de la base de un viejo roble. Como si el miedo a que se comiera mi casa no fuera ya bastante problema, me encontré con que mi cachorro ya muy crecido se dedicaba a excavar hoyos del tamaño de cráteres lunares cuando se aburría de morder los tablones. Al principio encontré que estas actividades me angustiaban, estaba preocupado por lo que le pudiera estar pasando a mi perro, hasta que hablé con otros propietarios de Dogos Argentinos que tenían historias casi idénticas que contar. ¿Ha aprendido la lección? Mantenga a su Dogo Argentino ocupado, atiéndale y llévele con usted siempre que sea posible.
Además del establecimiento de vínculos del Dogo Argentino con el hombre, también es importante apreciar que este perro es un animal de una sola familia. Una vez establezca lazos con una familia no reaccionará muy bien ante los cambios a este respecto. Si se le aparta de su familia y se le aloja con otro propietario, padecerá una gran ansiedad y depresión. Aunque sobrevivirá a tal cambio, se duda que el animal experimente una gran alegría y quizás muestre síntomas de estrés.
Teniendo todo esto en cuenta, tiene sentido traer a un Dogo Argentino a un hogar lleno de cariño cuya intención sea cuidarle durante toda su vida. Esta raza se llevará bien con todas las personas de la familia y no tiene una especial preferencia por ningún miembro concreto, de hecho, lo más probable es que suceda todo lo contrario. El perro conocerá rápidamente las personalidades y el comportamiento de cada miembro de la familia y actuará de acuerdo con ello; por ejemplo, aprenderá que puede aprovecharse de los niños con buen corazón mendigando comida, y aun así, nunca se molestará en pedírsela al severo cabeza de familia.
Ya que hemos tocado el tema de los niños, se debe sociabilizar al Dogo Argentino con ellos desde una edad temprana. A pesar del gran tamaño y fuerza de esta raza, es el Dogo Argentino, y no los niños, el más vulnerable a las heridas. El perro es lo suficientemente listo como para darse cuenta de que un niño es muy frágil, desvalido y que frecuentemente hace las cosas sin pensarlas. Como respuesta, él tendrá mucho cuidado con el niño y mostrará una enorme tolerancia. Puede que el niño tenga una cierta tendencia a aprovecharse de esto y a hacerle cosas al perro que no deberían hacerse.
Un ejemplo claro de lo que se encontrará frecuentemente es a un niño tratando de subirse encima del perro y de montar en él, como si se tratara de un caballo. Para el niño, inconsciente, se trata de una asunción normal (después de todo, a una personita de menos de un metro, el robusto y enorme Dogo Argentino puede parecerle un caballo). De todas formas, se debería poner fin de inmediato y por todos los medios a estas prácticas. Aunque se trata de una raza de tórax ancho y de extremidades fuertes, nunca fue diseñada para que se montaran encima de él. Al niño se le debe enseñar pronto que el perro puede acabar gravemente herido debido a tales acciones, ya que es bastante improbable que el animal se defienda.
Por naturaleza, la raza mostrará una paciencia sin límites con los ignorantes niños, debido en parte a su necesidad de atención humana y más aun por su alta tolerancia al dolor. Yo he visto a niños que intentaban montarse, sentarse y tumbarse encima de un Dogo Argentino, estirarle la cola o las orejas, apilar objetos sobre su cuerpo, pincharle con diversos objetos romos y afilados y meterle cosas en los ojos, las orejas, la boca, etc. A pesar de todo esto, el perro nunca se queja ni gruñe. En lugar de eso, tolera el abuso y echa una mirada como diciendo «¿Puedes creerlo?». Reiteramos que esta paciencia es una característica de la raza y, así pues, es necesario vigilar a los niños y enseñarles cómo deberían jugar con el perro.
Esta tolerancia no siempre la muestran con otros animales, aunque esto depende del adiestramiento y de lo que haga el Dogo Argentino a diario. Esta raza debe ser sociabilizada con otros animales domésticos a una edad temprana para así evitar cualquier posible agresión hacia el gato o el conejo que tengamos como mascota. Un Dogo Argentino que sea adiestrado y utilizado regularmente en expediciones de caza mostrará, ciertamente, una mayor agresividad hacia otros animales. Debido a su instinto innato por la caza, incluso los que nunca han visto a un jabalí o no han participado en una montería, olisquearán y darán caza a conejos y roedores con los que se topen durante una excursión al aire libre. Esto no quiere decir, de ninguna manera, que el Dogo Argentino sea una raza peligrosa o agresiva, más bien al contrario, uno de los principales objetivos (que ha sido logrado) de esta raza es llevarse bien con los otros perros que forman una jauría de caza.
El Dogo Argentino es una perro seguro de sí mismo y con confianza, que no busca la confrontación para poner fin a sus inseguridades. Al mismo tiempo, rara vez provocará una pelea pero, si se le instiga, tenga presente que se defenderá. Generalmente, no se trata de una preocupación importante. Hemos llevado muchas veces a nuestros Dogos Argentinos a los parques, la playa y otros lugares donde hay perros y nunca hemos tenido problemas. Incluso los perros pendencieros que gruñen o ladran no molestan a nuestro superperro: les ignora con total frialdad y desinterés. Está por encima del reto. Independientemente de su confianza en él, téngale siempre sujeto por su correa, por la seguridad de la raza ante tipos miedosos e ignorantes.
Debido a los vínculos del Dogo Argentino con su amo y su familia, podrá contar con la protección del perro si se encuentran con un ataque o con otro tipo de problema. Con su fuerza, tenacidad e inteligencia, es un guardián competente que correrá a protegerle sin importarle su propio bienestar. Puede sentirse seguro llevándole de paseo por una calle solitaria en plena noche.
Al igual que sucede con cualquier otra raza grande, el Dogo Argentino es susceptible a padecer la displasia de cadera (DC). Cuando lo adquiera, asegúrese de obtener del criador un certificado conforme sus caderas están sanas. Si tiene intención de hacerle criar, es conveniente obtener una radiografía de sus caderas y que los resultados sean enviados a una organización reconocida para la evaluación de las mismas. Asegúrese de someter al perro a estas pruebas y de conseguir la aprobación antes de comenzar con un programa de cría. Se puede diagnosticar esta enfermedad degenerativa de la articulación en los cachorros de cuatro o más meses de edad. Esto es muy importante para que así los criadores se libren de la DC en sus líneas. En el caso de los cachorros de menor edad, los criadores les deberían proporcionar a los compradores los resultados de las pruebas diagnósticas del padre y la madre.
Otro problema congénito que se debe tener en cuenta es la sordera. La mayoría de las razas de capa blanca, entre las que se incluye el Dogo Argentino, parecen tener una alta incidencia de este mal. Un perro puede ser sordo de un oído (sordo unilateral) o de ambos (sordo bilateral). El único examen auditivo reconocido es el de la Respuesta Auditiva Evocada por el Tallo Cerebral (RAETC), que se suele llevar a cabo en los cachorros de ocho o más semanas de vida. Los criadores responsables deberían proporcionarles los resultados de la prueba RAETC a todos los propietarios de un Dogo Argentino.
Aunque no parece haber problemas oculares inherentes entre esta raza, si tiene pensado hacer criar a su perro, asegúrese de someterle a pruebas para descartar problemas oculares congénitos (como las cataratas, la atrofia progresiva de la retina y el glaucoma). Cerciórese de contactar con un oftalmólogo veterinario aprobado por la junta que pueda extender un certificado que pueda ser inscrito en una organización para la calificación.
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Visto desde lejos, el Dogo Argentino camina lleno de orgullo y es la pura imagen, con su color completamente blanco, de la fuerza en su máximo grado. A medida que el Dogo Argentino se va acercando, su postura rígida y su cara gruñona le dan un aire de determinación y coraje combinados con «un poder explosivo difícil de contener». Desde unos pocos pasos de distancia se aprecia su clara musculatura a través del pelaje corto y blanco de esta raza. Este físico extraordinariamente musculoso y su marcha lenta y de pasos largos transmite una confianza que rara vez se ve en el mundo canino. Saltando con elegancia y encima de usted y mirándole a los ojos, el Dogo Argentino sisea con una aparente satisfacción, sonríe satisfecho al verle y a continuación le limpia la cara con la lengua. Ésta es la paradoja del Dogo Argentino: un perro que posee una fuerza inflexible y la cordialidad más amable y cariñosa.
Puede que siempre se discuta la ética de la creación de un «superhombre», ya que la humanidad se fija en las historias de los dioses griegos y en los superhéroes de las historietas. De todas formas, en el mundo canino se le permite al hombre ejercer el papel de dios y de esta forma hemos obtenido los estándares de las razas, mediante los cuales comparamos a todos los perros. A veces, la manipulación genética del mejor amigo del hombre se ha limitado a objetivos como la vanidad o el aspecto. De todas formas, y con mayor frecuencia, los estándares exigen el carácter práctico y la utilidad para el hombre. Antes de comprender al Dogo Argentino debemos conocer el trasfondo de la creación de la raza.
La realidad de nuestro mundo es que son los más fuertes los que sobreviven. El hombre ha tenido bastante éxito (hasta el momento) en cuanto a su supervivencia, ya que cuenta con recursos para luchar contra los elementos y los enemigos que le rodean. Frecuentemente, su inventiva se extiende hasta la utilización de otros para lograr sus objetivos. Aquí es donde entra en juego el Dogo Argentino (entre otros). Antes de poder comprender a esta raza debemos entender su utilidad para el hombre.
En muchas zonas del mundo, el deseo de vivir del hombre se ha visto impedido por animales salvajes de gran tamaño, fuerza y velocidad. En Europa, por ejemplo, las granjas son susceptibles de sufrir ataques por parte de jabalíes. Parece que las vallas, el alambre de espino o cualquier otro tipo de barricadas no pueden evitar que los jabalíes se alimenten de las plantas cultivadas por el hombre para su propio consumo y el de los animales domésticos. (Si considera que no sólo de pan vive el hombre, tenga en cuenta que el gran viticultor alemán Egon Müller perdió casi por completo su cosecha de 1996 por culpa de los jabalíes, que devoraron sus excelentes uvas de tipo Riesling a pesar de las vallas eléctricas que instaló para detenerles). Estos enormes animales son responsables no sólo de daños en las cosechas, sino también por segar las vidas de corderos y terneros, así como otros animales y personas.
En Sudamérica también está presente el jabalí. Se trata de una mezcla entre el jabalí ruso y los cerdos salvajes que pesan entre 180 y 270 kg. Son el resultado de los jabalíes rusos negros y los europeos que habían estado presentes en ese continente desde principios del siglo XX. En Argentina concretamente, el jabalí ha podido multiplicarse debido a varias razones. Puede pacer a lo largo y ancho de las pampas (praderas con mucha vegetación) que le ofrecen una fuente natural e ilimitada de alimentos. Además, se reproducen con una rapidez inusitada porque el clima subtropical permite que las cerdas tengan dos camadas al año, de entre 5 a 10 lechones cada una. Añádase a esto el hecho de que no tiene depredadores naturales (incluso ni el puma ni el jaguar pueden competir con esta bestia de 200 kg) y podrá comenzar a comprender el problema al que se han tenido que enfrentar los granjeros argentinos durante el siglo XX.
Los granjeros no utilizaban la pólvora para combatir a estos agresivos jabalíes ni a otros azotes como el puma y el jaguar. En lugar de eso lo hacían al estilo de la montería criolla, una forma de caza argentina arraigada en la cultura, inspirada en la idea del gaucho de que la presa debía disponer de una oportunidad para defenderse durante la caza, una ventaja que fuera igual a la de los cazadores. Esto procedía de las cacerías medievales de jabalíes que llevaba a cabo la aristocracia europea, en las que grandes jaurías de perros y nobles a caballo y armados con lanzas perseguían y daban caza a los jabalíes. La montería utiliza una jauría de perros que localiza, persigue, coge y apresa al jabalí hasta que llegan los hombres y lo matan con un machete. La montería sigue siendo una tradición respetada en Argentina. Hasta la actualidad, cualquiera que cace jabalíes con un arma de fuego es considerado como un cazador cobarde y de segunda categoría.
Para que la montería tuviera éxito, los hombres necesitaban perros adecuados para llevar a cabo esta tarea. De hecho, los perros aptos eran cruciales no sólo para una cacería provechosa, sino para que ésta no registrara bajas humanas. Los perros debían poseer una gran habilidad para localizar al jabalí (ya fuera captando las partículas odoríferas en el aire o rastreando), ser muy veloces para así perseguir a este rápido animal, una enorme valentía para acercarse a él, una fuerza innata para atacarle y superarle y una tenacidad implacable para tenerle apresado hasta que llegaran los cazadores. Además de estas habilidades hercúleas, los perros debían ser bastante inteligentes, ser adiestrables, estar concentrados en la cacería y ser capaces de llevarse bien con otros perros. Son muchas exigencias para el perro normal y corriente.
Al principio se cogía a los perros más agresivos, veloces y fuertes para la montería. Frecuentemente se trataba de perros cruzados, y lo ideal es que fueran del linaje del Perro de Pelea de Córdoba: una combinación entre el Mastiff, el Bull Terrier y el Bulldog. Tal y como muy bien podrá imaginar, se podían encontrar muy pocos perros que estuvieran a la altura de esta empresa. Incluso el feroz Perro de Pelea, de Córdoba (Argentina), a pesar de su gran valentía y fuerza, no reunía las condiciones ideales para la montería, principalmente porque era casi imposible que estos perros pudieran trabajar juntos.
La montería era un estilo valiente e ideal de defender las tierras del jabalí y de otros animales salvajes. Desgraciadamente, sin los perros idóneos, no se trataba de una tarea muy exitosa. Hubo un hombre que estaba determinado a crear al compañero ideal del hombre para la montería, se trataba de un joven llamado Dr. Antonio Nores Martínez. En los años veinte, a la edad de dieciocho años, Antonio (que más tarde se convertiría en el Dr. Nores) se propuso crear al «superperro» que tanta falta hacía para la caza de los jabalíes. Con la ayuda de su hermano Agustín comenzó teniendo como base al Perro de Pelea de Córdoba. Este perro cruzado, valiente y agresivo, ostentaba el récord en las pistas de pelea, donde luchaba hasta la muerte. Esta tenacidad era necesaria cuando se trataba de enfrentarse a los jabalíes de hasta 270 kg. De todas formas, Antonio tenía experiencia en la utilización de estos perros en las cacerías y sabía que lucharían entre sí más que perseguir al jabalí. También quería un perro que fuera un honorable compañero familiar y un guardián, así que tuvo que añadirse otra raza a esta tarea que el propio Antonio se asignó. Una a una se añadieron diferentes razas al programa, mientras los hermanos Nores trataban de obtener al superperro ideal.
Con el Perro de Pelea de Córdoba, Antonio y Agustín desarrollaron una fórmula. Primero introdujeron al Pointer, famoso por su olfato (el elemento más básico que se necesita para seguir el rastro del jabalí y de otros animales de caza). A continuación vino el Boxer, que proporcionó las tan necesarias vivacidad y destreza para la caza, además de la docilidad deseable que esperaba conseguir Antonio para este compañero familiar. A continuación se añadió el Dogo Alemán para que aumentara el tamaño y el Bull Terrier para transmitirle valentía, agilidad y agresividad. El antiguo Bulldog (que nada tiene que ver con el perro que vemos actualmente en los certámenes caninos) le conferiría rasgos importantes de la personalidad como la audacia, la obediencia y la tenacidad, además de rasgos físicos entre los que se incluyen su tórax amplio y ancho y sus fortísimas mandíbulas. El Irish Wolfhound era famoso por ser un cazador instintivo de piezas de caza salvajes y, así pues, hizo una contribución ideal. El Dogo de Burdeos aportaría una gran e implacable fuerza mandibular, además de fuerza y una buena estructura muscular. El Montaña de los Pirineos se añadió por su vigor y por su pelaje denso y blanco. Por último el Mastín Español le conferiría al superperro fuerza bruta, un aspecto imponente y amenazador y los labios grandes sueltos necesarios para permitir que el perro respirara por los lados de la boca mientras sujetaba a la presa.
Los hermanos iniciaron su programa de cría en 1925, mientras todavía iban a la escuela, en Córdoba (Argentina) con diez hembras de Perro de Pelea de Córdoba y con un presupuesto que a duras penas alcanzaba para alimentarlas. Su padre les ayudó contratando a un perrero para que cuidara de los animales mientras los muchachos asistían a la escuela. Los amigos de la familia donaron alimentos para los perros. En primer lugar se introdujeron machos de Pointer hasta que los primeros cachorros mostraron ser prometedores respecto al objetivo de Antonio. A continuación se fue introduciendo cada una de las otras razas cuidadosamente. Antonio tenía una idea muy definida de lo que quería y redactó el estándar de perfección de la raza en 1928. Pasaron muchos años con el laborioso programa para conseguir el objetivo casi imposible de crear el superperro argentino. Tristemente, Antonio no vivió lo suficiente para ver su creación, ya que lo mató un ladrón durante una cacería de jabalíes en 1956.
Su hermano menor Agustín continuó con su programa para añadir nueva sangre a la raza siguiendo la fórmula original y teniendo la misma convicción y precisión que su hermano Antonio. Trasladó la sede de su criadero a Esquel, en la Patagonia (al sur de Argentina) y continuó tratando de alcanzar el sueño de su hermano mientras trabajaba como embajador argentino en Canadá. Esta profesión resultó ser ideal, ya que requería viajes al extranjero, lo que le proporcionó a Agustín la oportunidad de difundir al Dogo Argentino por todo el mundo. Los cazadores de piezas de caza mayor de toda Sudamérica ya estaban utilizando a los Dogos Argentinos para las cacerías de jabalíes y de pumas. Pronto, la leyenda del superperro se extendió por todo el mundo, en especial por Norteamérica y Europa.
Finalmente, en 1964, la Federación Cinológica de Argentina y la Sociedad Rural Argentina reconocieron al Dogo Argentino como una raza canina. Casi diez años después (el 31 de julio de 1973), la Sociedad Canina Argentina, miembro de la Fédération Cynologique Internationale (FCI), reconoció al Dogo Argentino.
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Moloso normotipo, mesomorfo y macrotálico dentro de las proporciones deseadas y sin que se considere gigante. De aspecto armónico y robusto, por su poderosa musculatura que hace relieve bajo una piel consistente y elástica, adherida al cuerpo por un tejido subcutáneo poco laxo. De andar tranquilo y seguro, sagaz y de rápida reacción, mostrando permanente alegría en sus movimientos. De carácter cordial y afectuoso y de una blancura llamativa; sus virtudes físicas lo muestran como un verdadero atleta.
Al ser un animal mesoformo, ninguna de sus regiones sobresale del conjunto general, que es armónico y balanceado.
Mesocéfalo; la cara debe tener el mismo largo que el cráneo.
La altura a la cruz es igual a la altura a la grupa.
La altura del tórax es igual al 50% de la altura a la cruz.
El largo sobrepasa en un 10% la altura a la cruz.
Alegre, franco, humilde, amigable y poco ladrador, demostrando siempre ser consciente de su poder. Jamás debe ser agresivo, característica que será severamente observada. Su condición dominante lo muestra en continua competencia territorial con ejemplares de igual sexo, característica que es más notoria en los machos. Como cazador, es astuto y silencioso, valiente y aguerrido.
Del tipo mesocefálico, de aspecto fuerte y poderoso, sin ángulos abruptos ni marcados cincelamientos, muestra un perfil cóncavo-convexo; convexo en el cráneo, dado por el relieve de los músculos masticadores y de la nuca, y ligeramente cóncavo en la cara. Articula con el cuello, formando un arco de fuerte musculatura.
De igual largo que la región craneal.
De largo medio, fuerte y erguido, con muy buen desarrollo muscular, marcando en su línea superior una ligera convexidad. En forma de cono truncado, inserta con la cabeza en un musculoso arco, que borra todos los relieves óseos de la región y con el tórax, por una amplia base. Cubierto por una piel elástica y de mayor grosor, que se desliza libremente sobre un tejido celular subcutáneo algo más laxo que en el resto del cuerpo, haciendo suaves pliegues no pendientes a la altura de la garganta; esta característica es fundamental en la funcionalidad del animal. El pelaje en esta región es ligeramente más largo.
El largo del cuerpo (medido de la punta del hombro hasta la punta de la nalga) supera en un 10% la altura a la cruz.
Línea superior: A nivel; la cruz y la punta del anca tienen igual altura, constituyendo estos los puntos de mayor altura.
De inserción media, en ángulo de 45° con la línea superior. En forma de sable, gruesa y larga, desciende hasta la altura de los corvejones, sin sobrepasarlos. Llevada en reposo naturalmente caída. En acción, elevada algo por encima de la línea superior y en continuo movimiento lateral. En el trote, su porte es a nivel de la línea superior o levemente por encima de ella.
Vistos en conjunto, representan una unidad fuerte y de robusta conformación óseo-muscular, proporcionales al tamaño del animal. Aplomos perpendiculares, tanto de frente como de perfil.
De angulación mediana. Vistos en conjunto, son fuertes, robustos y paralelos; dando la imagen de fuerza y potencia que su función requiere, asegurando la suficiente impulsión y determinando el típico modo de andar.
Ágil y firme; con cambios notorios al mostrar interés hacia algo, donde se torna erguido y rápido de reflejos, típico de la raza. Paso pausado. Trote amplio, de buena suspensión anterior y potente propulsión posterior; en el galope, muestra toda su energía desarrollando toda la potencia que posee. Marca rastros simples y paralelos. No se acepta ambladura (pasuqueo) considerándose un grave defecto.
Homogénea, algo gruesa, pero suave y elástica. Adherida al cuerpo por un tejido subcutáneo semilaxo, que le permite el fácil deslizamiento, sin formar arrugas relevantes, salvo en la región del cuello, donde el tejido celular subcutáneo es más laxo. Con la menor pigmentación posible, aunque ésta se va incrementado con los años. La piel excesivamente pigmentada no es aceptada. Se prefieren los ejemplares con los bordes de las mucosas labiales y palpebrales pigmentadas de negro.
Uniforme, corto, liso y suave al tacto, con un largo aproximado de 1,5 a 2 cm.
Varía su densidad y grosor según los climas. Siendo raleado y fino en los climas tropicales (donde deja translucir la piel, haciéndose visibles las regiones pigmentadas, lo que no es motivo de penalización) y más grueso y denso en las regiones frías, donde puede aparecer subpelo.
Color íntegramente blanco. Se admite una mancha negra o de tonalidad oscura alrededor del ojo, que no supere el diez por ciento de la cabeza. Entre dos ejemplares de iguales condiciones, el juez siempre deberá optar por el más blanco.
Cualquier desviación de los criterios antes mencionados se considera como falta y la gravedad de ésta se considera al grado de la desviación al estándar.
Cualquier perro mostrando claras señales de anormalidades físicas o de comportamiento debe ser descalificado.
Nota: Los machos deben tener dos testículos de apariencia normal completamente descendidos en el escroto.
Buscar un cachorro por Internet conlleva riesgos. Para tener clara la profesionalidad del criadero con quien contactéis, os recomendamos que...