El Borzoi, que parece un perro de lo más tranquilo y holgazán, fue un fiero cazador de lobos en su Rusia natal. En la actualidad, ha reducido un poco el tamaño de su presa y se dedica básicamente a la caza de la liebre y el zorro. Por otro lado, sus paisanos occidentales son utilizados como perros de compañía.
Los orígenes del Borzoi son imprecisos pero se sabe que este perro, de aspecto aristocrático, ya se usaba en Russia desde la Edad Media. A finales del siglo XIX se introdujeron los primeros ejemplares en Europa occidental y la raza fue sufriendo pequeños cambios. El nuevo Borzoi es menos impresionante y posee menos mata de pelo.
El Borzoi es sensible, seguro y reservado, aunque algunos pueden ser bastante impulsivos y orgullosos. Es un perro cariñoso con sus dueños pero reservado con los extraños. Dentro de casa es tranquilo y educado y muy activo al aire libre.
De aspecto aristocrático, el Borzoi es uno de los lebreles más altos. Sus extremidades son largas, rectas y musculosas. La cola es larga y peluda. Tiene una cabeza alargada y estrecha y unas orejas finas y hacia atrás. Su pelo es largo, sedoso y ondulado y se le admiten todos los colores.
El Borzoi es un animal fácil de mantener debido a su carácter dulce y a los pocos cuidados que necesita. Cepillar su largo pelo a menudo es uno de ellos. También debería tener una cama blanda donde descansar, ya que puede desarrollar callos o llagas con facilidad.
Es recomendable que tenga espacio para hacer ejercicio a diario.
El Borzoi se puede ver afectado por una enfermedad ósea metabólica y por la torsión de estómago.
Esta raza es sensible a los barbitúricos, anestésicos y productos anti-pulgas.
Basta con mirar cómo se desenvuelve el borzoi y observarlo cuando esta en presencia de seres humanos o de otros perros para comprender que forma parte de la aristocracia canina.
En ocasiones se le reprocha su actitud un tanto desdeñosa, pero en realidad ésta sólo traduce cierta reserva con los extraños, un comportamiento bastante frecuente en los lebreles.
El borzoi aprecia la tranquilidad cómoda de un sillón en el que pueda pasarse las horas muertas sin moverse, con los ojos medio cerrados.
Ésta es la imagen que más tienen en cuenta quienes no lo conocen bien y por eso lo acusan de holgazaneria y molicie. Pero basta con ofrecerle un espacio suficientemente grande para comprobar que este perro de unos 80 cm de alto con un peso que oscila entre 35 y 45 kg, tiene una energía que sorprenderá a todos.
El borzoi forma parte del grupo de lebreles cuyos orígenes no se conocen con exactitud. Existen varias hipótesis relativas a la creación de este potente perro de aspecto aristocrático. Al parecer, la historia del borzoi está íntimamente ligada a la de Rusia. En la Edad Media, los habitantes de este país utilizaban en las partidas de caza señoriales un lebrel de pelo largo y orejas caídas nacido del cruce entre el Saluki, o lebrel persa, y un perro de pastor autóctono. Ese perro probablemente siguió evolucionando en el siglo XVIII gracias a un aporte de sangre greyhound.
Según otra hipótesis, igualmente aceptable, el borzoi habría sido creado en el siglo XVI. En 1552, Iván el Terrible se apoderó de Kazán, actual capital de la república autónoma de los tártaros, y desterró a un cierto número de notables a las regiones de Kostroma y Iaroslavl en el Volga. Allí, los desterrados habrían cruzado sus lebreles de Asia, casi todos sloughis, con el laika, una raza de perros de pelo largo, una de cuyas variedades se empleaba en la caza. Después se pudieron producir otros cruces en los que cada criador recurría a la sangre que consideraba más adecuada para obtener el modelo que deseaba. Y habida cuenta de la superficie de Rusia, puede afirmarse que la homogeneidad obtenida a finales del sigloXVIII es toda una hazaña.
Durante siglos, el borzoi estuvo confinado en el territorio de Rusia. Algunos pocos ejemplares salían del país de vez en cuando, destinados generalmente al servicio de los grandes personajes de cada época. Así, en el sigloXI, Enrique I, rey de Francia, se casó con la hija de Iaroslav el Sabio, duque de Kiev, y éste les envió como regalo de bodas tres lebreles, uno negro, otro gris y el tercero leonado. La reina Victoria recibió una pareja de borzois pero no se interesó mucho por ellos.
Las horas de gloria del borzoi en la Rusia zarista llegaron a su fin a mediados del siglo pasado. La liberación de los siervos por Alejandro ll en 1861 dio lugar a la venta de grandes fincas. Y los señores dejaron de interesarse por la caza y el número de jaurías disminuyó considerablemente. La sublevación campesina de 1871 redujo aún más los efectivos. Ésa fue sin duda la razón de que en 1873 se fundara la Sociedad imperial para la propagación de la verdadera caza cuyo objetivo era promover la montería con el borzoi. Dicha sociedad organizó una gran exposición que, según Boldareff, propietario de una de las mejores jaurías de la época, acogió ejemplares muy diferentes procedentes de todas las regiones del país. Con dicho motivo se elaboró un estándar que le puso al borzoi la denominación oficial de “lebrel peludo de Rusia”.
Así, los borzois reaparecieron en Rusia poco a poco. Aunque menos numerosos que antes, eran más hermosos pues, para reconstituir la cría y las jaurías, se seleccionaron rigurosamente los reproductores gracias a un mejor conocimiento de las leyes de la genética.
A finales del siglo XIX se introdujeron los primeros borzois en Europa occidental, un hecho que daría lugar a una nueva modificación del aspecto de la raza. Los ingleses descubrieron este perro en la exposición del Crystal Palace de Londres en 1871, y con el propósito de transformarlo un poco, se dedicaron a su cría y obtuvieron perros mucho menos impresionantes y sobre todo de pelaje más pobre. Se estaba lejos del fiero borzoi de Rusia cazador de lobos.
Símbolo de la aristocracia y del régimen zarista de Rusia, el borzoi lo pasó mal tras la revolución de 1917. Pero después los soviéticos revalorizaron la raza hasta el punto de que en la actualidad el borzoi es el perro nacional ruso. La explotación racional de los centros de cría, la organización de exposiciones y sobre todo de pruebas de trabajo, el control efectivo de los reproductores, la divulgación del empleo de los borzois en la caza de animales de pelo, todas esas medidas permitieron recuperar la pureza de la raza. En la actualidad, los borzois apenas cazan el lobo en Rusia. En cambio, se los dedica a la caza del zorro y de una variedad de liebre de gran tamaño. Los resultados de los perros se siguen de cerca con objeto de mantener los mejores ejemplares al nivel más elevado. El borzoi clásico se encuentra principalmente en el norte de Rusia mientras que en el centro existe una variedad parecida, más resistente y especializada en la caza de animales de pelo.
En Occidente, el borzoi es esencialmente un perro de compañía aunque también participa en las carreras en los canódromos.
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