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Perro bueno, perro malo
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Perro bueno, perro malo

Premios

Con halagos siempre se llega lejos, al menos si se trata de perros. Siempre les encanta un cumplido. Diga «¡Buen Chico!» en un tono de voz alto y alegre y verá cómo mueve la cola. El refuerzo positivo es el arma secreta del entrenador para conseguir que el perro haga el ejercicio; así que, sea muy halagador. Halague siempre que pueda. Hay que premiar cada acto del perro para motivarle a seguir aprendiendo. Además, no cuesta nada. Pretendemos que el perro sepa realizar un montón de ejercicios, y todo lo que él espera recibir a cambio es su atención, preferentemente en forma de afecto y admiración. ¡Vaya trato!

Antes y justo después de cada sesión de adiestramiento utilizaremos premios «físicos», como acariciarle la cabeza, rascarle el pecho, darse la mano, palmaditas, etc.; usted debe saber lo que le gusta a su perro. Empezar y acabar la sesión de adiestramiento con una nota positiva le recuerda al perro que estas sesiones pueden ser divertidas. Sobre todo le deja con la impresión de que, aunque no haya ido tan bien, para usted sigue siendo mejor.

Durante los ejercicios de adiestramiento, el entrenador debe limitarse a premios verbales. Al no dar premios físicos en estos momentos se evita que el perro adquiera malas costumbres, como apoyarse contra su pierna para recibir unas palmaditas, o interrumpir el ejercicio de «quieto» para darle un lametazo o ser acariciado. Además, el premio físico puede ser malinterpretado como que la sesión se ha acabado. Se cumplido verbal puede ser tan exagerado como el del actor que extrema su papel en una película barata. De verdad, ¡exagere! Por ejemplo, diga con un tono de voz muy animoso: «¡Buen Chico! ¡Al lado, buen chico! ¡Venga, al lado! ¡Muy bien!». Si su perro camina a su lado izquierdo, con la correa floja, debe premiarlo. Sin tomar en cuenta lo bien que lo haga, debe motivarlo, ya que esto es lo que usted le está pidiendo.

El momento preciso es primordial. En el instante que su perro se halla en la posición deseada, hay que hacérselo saber de modo que lo pueda repetir. Así es como aprende el perro. No reconozca sus errores al repetir una vez y otra «¡No! Al lado. ¡No! Al lado. ¡Eh! ¡He dicho NO! ¡Al lado!». Recuerde que el perro memoriza el comportamiento que sea reforzado positivamente y evitará el comportamiento que ha recibido una reacción negativa. Por consiguiente, si su enseñanza se basa en la crítica (correcciones) y falta de cumplidos (premios), su alumno ávido de afecto pronto hará lo posible por dejar la clase ¡Estamos hablando de su mejor amigo! De modo que hay que procurar que sea divertido y gratificante. Si el perro responde bien al reto de aprender los ejercicios, hay que premiarlo a tiempo. Así se gana su confianza y le deja constancia de que usted está encantado con su buen hacer.

Objetos para motivar

Hay perros que no muestran ni el más mínimo interés en la atmósfera de una clase. Puede que reaccione ignorándole a usted, caminando a cámara lenta o resistiéndose a todos sus esfuerzos y tumbándose de costado en el suelo. Usted ha intentado su mejor voz de dibujos animados, se ha dado palmaditas en la pierna y ha saltado a su alrededor como un payaso sin resultado alguno. A veces, el uso de algún objeto puede animar a un cachorro pasivo. Un juguete o una golosina pueden llamar su atención. Querrá que el perro esté atento para poderle enseñar un ejercicio y que se dé cuenta de lo divertido que puede ser. Cuando parezca aburrido, saque una pelota de colores o un juguete y añádalo al juego de adiestramiento. O, si el camino hacia su atención pasa por su estómago, enséñele una golosina y hágale pasar por el ejercicio. Escoja el objeto motivador con cuidado: no debe convertirse en una distracción.

Esto no significa que pueda dejar de halagar al perro; al contrario, debe poner énfasis en los premios verbales mientras siga aprendiendo a obedecer órdenes. El objeto sólo sirve para mantener al perro en pie y caminando haciendo los ejercicios para que pueda considerarlos una experiencia agradable. Al repetir varias veces en una atmósfera relajada y divertida, el perro se mostrará más dispuesto a participar. Cuando esté realmente inspirado para trabajar, poco a poco se pueden dejar de lado los objetos motivadores y trabajará a cambio de meros cumplidos.

Golosinas como premio

El uso de golosinas como premio para el buen comportamiento puede ser una herramienta de trabajo útil, pero el dueño del perro debe sopesar bien la decisión de esta práctica. Intente no usar comida a no ser que sea absolutamente necesario. Algunos perros necesitan más motivación: otros, menos. Si ha intentado animarlo por todos los medios y no parece «ponerse las pilas», puede intentarlo con una golosina. He visto perros, que parecían virtualmente estatuas, recobrar la vida como por arte de magia al ver un bocado de hígado. No obstante, su relación con el perro no debe estar basada en el chantaje, sino en el respeto. Usted es el jefe. No «camufle» sus órdenes con golosinas.

Si tiene una buena relación con su perro, él hará los ejercicios porque le respeta y para satisfacerle.  Sabe que así se gana su afecto. No debe ser necesario darle una «propina» como al botones de un hotel. Una golosina de vez en cuando no hace daño. Pero no debe ser esto lo que motive a su perro para obedecerle. Si considera necesario usar golosinas como motivación, limite su uso a las veces que realmente esté enseñando el comportamiento. Cuando esté seguro de que su perro comprende la orden, poco a poco vaya dejando la golosina y pase al premio verbal. Puede que no siempre tenga una golosina a mano cuando quiera que su perro obedezca, pero siempre tendrá su voz para alabarle.

Es importante premiar el buen comportamiento de su perro, pero también lo es corregir un comportamiento indeseado. Esto no significa que deba castigar al perro por cometer errores, ya que esto forma parte del proceso de aprendizaje. Desde el momento en que llega a su casa, el perro comienza a adaptarse a su nuevo ambiente. A base de pruebas y errores aprenderá cosas como: ¿dónde debo comer?, ¿dónde debo hacer mis cosas?, ¿dónde duermo?, ¿puedo dormir en el sofá?, ¿puedo entretenerme haciendo agujeros en el jardín?, ¿tengo que obedecer las órdenes de este hombre alto o puedo considerar este territorio como mío y marcar las plantas de la casa?

Si su perro puede hacer estas cosas sin que nadie se lo prohíba, intentará repetirlas, y así cogerá malos hábitos que son mucho más difíciles de corregir que si se hubiesen prevenido desde el principio. Lo mejor es corregir estos problemas a medida que vayan surgiendo. Si usted se muestra muy disgustado en el preciso momento en el que el perro inicia una actividad indeseada, creará una atmósfera desagradable que se asocia con ese comportamiento. Una corrección con la correa, en combinación con una corrección verbal, «¡No!» será una clara señal para el perro de que no le gusta su comportamiento.

El momento preciso de aplicar la corrección es primordial. Hay que corregirlo justo en el momento en que comete algo no permitido. Sólo de esta forma el perro puede tacharlo de su lista de cosas aceptables, y probablemente no volverá a repetirlo. Es una de las razones por las que es tan importante ser coherente al corregir a su perro. Si puede dormir en el sofá mientras está fuera trabajando, y sólo se le prohíbe cuando usted está en casa, tomará buena nota de no subirse mientras usted esté delante, pero se sentirá libre de hacerlo en cuanto le vea salir por la puerta. Es sabido que algunos perros incluso miran por la ventana para asegurarse que el dueño ha marchado.

Hay varias maneras de corregir al perro comete un error, pero jamás un castigo o abuso. Jamás debe pegar, dar una patada, gritar, tirar de él o pegarle con algún objeto en un intento de corregir sus errores. De esta manera sólo se enseñaría a tener miedo, sobre todo de sus manos. Las señales de la mano son inútiles si el perro nunca ve la señal, ya que está demasiado ocupado parpadeando y tratando de alejarse de usted desde el momento en que levantó la mano.

He oído a propietarios de perros fanfarronear por haber enseñado a su perro a ser limpio en casa pegándole con un periódico enrollado, al mismo tiempo se mostraban preocupados por el hecho de que el perro siempre estaba tan nervioso, y que se negaba en rotundo a traer el periódico con la boca. ¡Eso sería como pedirle que le trajera su cinturón para pegarle con él! No pierda la confianza de su perro en un intento de corregir sus errores. Jamás se debe usar la fuerza física para corregir al perro. Esto sólo haría que el perro le tuviera miedo.

Aquí está el propósito del collar y la correa de adiestramiento: este equipo actúa como embajador entre los dos países (usted y su perro). Si hace la corrección debidamente, el perro no sabrá que usted ha tenido algo que ver en ello. Pensará que es el resultado directo de un mal comportamiento. El momento preciso es el aspecto más importante de la corrección. No es necesario que el perro le tenga miedo para obedecerle. Estará más que dispuesto a seguirle como jefe si comprende claramente lo que se espera de él, lo cual nos lleva a sugerir unas reglas a seguir:

Nunca corrija al perro después de haber cometido el error. No se puede llegar a casa del trabajo y corregir al perro por haber hecho pipí en la habitación si está tumbado en el comedor mordiendo su juguete. No tendrá idea de por qué le riñe. Debe cogerlo en el acto.

Nunca llame al perro para reñirle por algo que ha hecho. Así, únicamente le enseñaría a no venir cuando llame.

Nunca llame al perro por su nombre cuando le riña. Esto destruye su autoestima y hará que salga corriendo cuando lo llame por su nombre. Sabe perfectamente a quién está hablando, no es necesario personalizar.

No corrija al perro por desobedecer una orden que no se haya enseñado. Primero debe enseñarle y asegurarse de que comprende perfectamente lo que se espera de él, antes de empezar a corregirlo.

Nunca emplee métodos abusivos para corregir a su perro. Utilice sólo el equipo de adiestramiento adecuado y adapte la corrección del carácter del perro. Sea firme como jefe, paciente y comprensivo como profesor, y compasivo y perdonándolo como a un amigo.

Nunca corra a coger el collar y la correa de adiestramiento para corregir a su perro por un error que acabe de cometer, y jamás use la correa para pegarle. Ambas cosas harían que tuviese miedo del equipo de adiestramiento.

Nunca castigue a su perro encerrándolo en el patio trasero por su mal comportamiento. No se puede enviar a un perro a su cuarto a reflexionar sobre lo malo que ha sido, ya que no asocia el «encarcelamiento» con su error. Pero si considera necesario perderlo de vista un momento para calmarse usted mismo, póngalo en su jaula un rato, pero de manera positiva.

Tras una corrección siempre debe venir un premio. Así, su perro sabrá que siguen siendo amigos y asociará el premio con su buen comportamiento. Pronto se dará cuenta de que disfrutará del afecto de su dueño simplemente obedeciendo las órdenes.

Hay que tener en cuenta algunas cosas para determinar el grado de corrección a usar pasa su perro. Lo primero es considerar la edad del perro. A un cachorro de cinco meses una corrección demasiado fuerte le destroza. Se pondría panza arriba en el acto. Un cachorro suele responder a suaves tironcitos de la correa en combinación con un tono de voz desilusionado, «No». Por otra parte, un perro adulto puede necesitar un tirón más fuerte para corregir su comportamiento.

Otra consideración es el tamaño del perro. No es necesario ir al gimnasio tres veces a la semana para coger fuerza y castigar a un perro pequeño como un Yorkshire Terrier. Deberá hacer correcciones rápidas, muy suaves, procurando no levantar el perro del suelo con la correa. Pero si aplica esta misma técnica a un Bullmastiff, lo último que conseguiría sería su atención.

También debe considerar la personalidad de su perro: ¿Tiene un perro tímido que pueda asustarse con una corrección demasiado fuerte? ¿O tiene un perro de carácter fuerte que necesita una corrección más enérgica para darse por aludido? ¿Quizá su perro se halla en medio de ambos tipos?

Lo más importante a considerar es la tolerancia del perro ante el dolor. Si su perro es hipersensible al dolor, deberá aplicar la corrección más suave posible. En algunos casos es totalmente desaconsejable usar la correa. En su lugar use un tono de voz suave e intente motivar al perro para tomar la postura deseada. En el otro extremo de la escala están los perros que no parecen sentir dolor alguno. Éstos requieren una corrección enérgica y decidida. Si no parece reaccionar y tiene que dar tirones de la correa repetidamente, puede ser necesario el uso de un collar más severo que produzca una corrección más fuerte. Recuerde: una buena corrección con la correa es mejor que diez flojas seguidas.

Teniendo en cuenta todas estas cosas, ¿cómo se puede estar seguro de estar corrigiendo correctamente a su perro? En este caso, un adiestrador profesional tiene todas las ventajas gracias a su habilidad para «entender» al perro. Desgraciadamente, esto no es algo que se pueda enseñar en un libro; se aprende con la experiencia. Un adiestrador con experiencia tiene la habilidad de saber cuándo el perro le está «tomando el pelo» o cuando su reacción es de verdad, y puede ajustar sus correcciones según sea el caso. Ya que es usted quien lleva la correa, la decisión de la intensidad de una corrección está en sus manos. Pero podrá determinar el grado adecuado de una corrección – igual que haría un adiestrador profesional – observando la reacción del perro. Compruebe esa teoría probando en sus entrenamientos. No sabrá si es eficaz hasta que lo pruebe.

Las primeras correcciones suelen causar algún gemido o lloriqueo. No olvide que hasta ahora el perro estaba acostumbrado a hacerlo todo a su manera, de modo que su vocalización es su forma de quejarse. Siga observando las reacciones de su perro y, si sigue gimiendo o llega a toser, use una corrección más suave y vea si obtiene el resultado deseado. Si le parece difícil hallar el grado exacto, consulte un adiestrador profesional y pídale su opinión.

La corrección verbal «No»

Es importante decirle «¡No!» en el mismo momento que se le corrige con la correa. La suma de ambas cosas será una clara señal para su perro de que usted no tolera su comportamiento. La aplicación correcta se hace así: En un tono de voz bajo, con disgusto, diga «¡No!». Al mismo tiempo, dé un tirón rápido de la correa.

De ese modo interrumpe el mal comportamiento del perro y llama su atención. Con la correa suelta de nuevo, repita la orden que debía obedecer e inmediatamente premie al perro. Debe dar sus instrucciones siempre por este mismo orden.

Veo a mucha gente cometer el error de dar el tirón de la correa después de decir «¡No!» y corregir al perro mientras dan la orden. No querrá que su perro reaccione como si le estuviera dando una corrección cuando le diga «Siéntate» o «Échate». Sólo querrá que reaccione cuando le diga «¡No!». Con el tiempo, el perro desarrolla una respuesta condicionada a la palabra «¡No!». Esto significa que, cuando oiga «¡No!», relaciona este sonido con el tirón de la correa, y responderá, lleve la correa o no. Pero siempre debe pronunciar la palabra «¡No!» durante la corrección de la correa. Evite repetir «¡No! ¡No! ¡No! ¡No! » cuando corrija al perro, ya que sólo conseguiría ponerlo nervioso. Un solo «¡No!» es suficiente.

La palabra «¡No!» sólo debe usarse para parar un mal comportamiento. No debe usarla a troche y moche, como si estuviera tirando pipas a las palomas. «No, no pases por ahí» «¡No, deja eso!» «No te rasques. Se te va a caer la oreja». Guarde el «¡No!» para situaciones realmente importantes. Recuerde: «¡No!» es una corrección, no una orden. Si nuestro perro está haciendo algo indebido, trate de distraer su atención.  «Prince, ven aquí. Buen chico, no quiero que te quemes con la estufa. Aquí tienes tu juguete. Échate. ¡Buen Chico!»

Cuando sea necesario usar el «¡No!» como corrección, hágalo con el tono de voz apropiado. Cuando el perro esté atento a usted, no le deje colgado. Dele una orden y recuerde siempre premiarlo después.

El tono de voz

El adiestramiento de perros es como una obra de teatro. No basta con gritar unas órdenes mientras se tira de la correa. En cuanto entra en la zona de adiestramiento está en el escenario, y usted debe actuar como un verdadero actor para coordinar los distintos elementos de los ejercicios de adiestramiento. El perro no entiende exactamente el significado de las palabras que usamos, de modo que hay que exagerar un poco para conseguir lo que queremos. Cuando usted está contento con la respuesta de su perro, debe mostrarse muy alegre. Cuando deba corregirlo, muéstrese claramente desilusionado. Su perro no comprende elogios como «Lo estás haciendo muy bien. Estoy muy orgulloso de ti» o «Lo haces mal, esto no se hace así». De modo que es muy importante adaptar el tono de voz a lo que trata de expresar. El perro aprenderá un ejercicio con mayor facilidad si se tienen en cuenta las siguientes sugerencias.

Premio

Para premiar a su perro, use un tono de voz alto para mostrar su alegría. Algunos lo llaman el «lenguaje infantil». Use lo que haga falta para transmitir a su perro que está encantado.

Órdenes

Deben articularse con un tono de voz algo más fuerte que su forma de hablar normal, firme y claro, con un tono ligeramente autoritario. No grite como un mal sargento ante la tropa, simplemente pronúncielos como un hecho. Para enseñar un ejercicio nuevo, use un tono de voz «didáctico» para dirigir el perro a la posición deseada, es decir, una pronunciación más prolongada. El tono de voz debe ser igualmente firma y claro, con menos autoridad pero más instructivo y ligeramente más alto que su tono de voz para hablar normalmente.

Correcciones

Las correcciones deben hacerse con un tono de voz más bajo. No es necesario enfadarse con el perro. Simplemente debe transmitirle que va en serio con un tono de voz disgustado. Una pronunciación como un gruñido puede ser muy eficaz, ya que refleja claramente que usted no aprueba su comportamiento.

«Vale»

«¡Vale!» será probablemente la indicación favorita de su perro. Es el permiso para que se relaje. Esta indicación le señala que tiene plena libertad para hacer lo que quiera sin que usted le dirija. De hecho, significa «Ya puedes relajarte, amigo mío».

En los ejercicios de adiestramiento usamos el «Vale» como señal de haber terminado. Es una señal para el perro de que ya no estamos trabajando, de modo que usted lo deja libre para pasearse u olfatear cualquier cosa. Llegados a este punto, use un tono de voz alegre, con expresión de alegría en su cara. Entonces deje de prestar atención a su perro por un minuto, para que pueda relajarse. «Vale» también es una expresión que usamos mucho en nuestra conversación diaria, téngalo en cuando use la palabra en presencia de su perro. Puede que la puerta de la calle esté de par en par cuando usted se despide de unos amigos y diga «Vale, ya nos veremos». El perro podría salir corriendo por la puerta pensando que se van de paseo.

Texto sacado del libro Tratado Completo del Adiestramiento del perro, escrito por Dorman Pantfoeder y editado por la Editorial Hispano Europea.

 

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