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La indefensión aprendida en perros
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La indefensión aprendida en perros

 

Este tipo de conductas se producen cuando el individuo ya ha vivido experiencias negativas similares sin que sus intentos de solución generaran el efecto deseado.

El principal investigador de este comportamiento fue Martin Seligman, os presento su teoría basada en los comportamientos de varios perros sometidos a una serie de estímulos, así como otro experimento en la misma línea realizado con cobayas por el investigador Richard Norris.

Seligman, estudio en perros

Teoría propuesta por Martin Seligman en 1975, con la intención de estudiar algunos tipos de depresión en humanos. Como hemos comentado, la indefensión aprendida surge cuando el individuo sufre una mala experiencia y tiene la sensación de que haga lo que haga nada va a cambiar (no va a encontrar trabajo, pareja….no va a superar una enfermedad….)

Para este estudio se utilizaron perros divididos en tres grupos a los que se les aplicaban pequeñas descargas eléctricas:

1º Grupo: Se aplicaban descargas pero activando un mecanismo sencillo, las descargas cesaban

2º Grupo: Se aplicaban descargas sin mecanismo para desactivarlas

3º Grupo: No se aplicaron descargas

Tras varias pruebas, el primer y tercer grupo (el que no había recibido descargas), al volverles a aplicar descargas, luchaban por encontrar la manera de pararlas, encontrándola con relativa facilidad. En cambio, al segundo grupo, aún disponiendo del sencillo  mecanismo para detenerlas, les costaba mucho más encontrar la solución o ni siquiera lo intentaba. Este grupo simplemente aceptaba, por experiencias anteriores, que hiciera lo que hiciera no iba a detener el incomodo estímulo, los perros se mostraban apáticos, tristes y faltos de iniciativa. Además en experimentos posteriores mostraban dificultad para aprender.

La atribución de casualidad 

Esta primera teorización es insuficiente para explicar este fenómeno completamente, por lo que en una segunda versión, se añadió el concepto de la atribución de causalidad, que se divide en tres grupos:

INTERNA O EXTERNA: El no poder evitar la mala experiencia depende del individuo o de una causa externa

ESPECIFICA O GLOBAL: Se puede aplicar a más situaciones o solo a esa

ESTABLE O INESTABLE: Si esa causa se va a mantener en el tiempo 

Por ejemplo, una persona se presenta a un examen de matemáticas y suspende. Si esa persona cree que la culpa es suya por no haber estudiado lo suficiente o porque no lo es lo suficientemente inteligente (causa interna), que además de suspender este examen va a suspender todos los demás (global) y que por mucho que estudie, no va a aprobar (estable) ese individuo es muy probable que caiga en indefensión aprendida.

Pero si este alumno cree que la culpa es del profesor que ha puesto un examen muy difícil (causa externa), que solo va a suspender este examen (específica) y que si estudia un poco más va a probar el examen (inestable) es muy difícil que esta persona caiga en indefensión.

Norris, estudio en cobayas

Richard Norris (Universidad de Edimburgo) obtuvo resultados similares experimentando con cobayas:

1º Grupo: Se depositó un grupo de cobayas en un tanque de agua turbia de forma que no pudieran ver el fondo con unos obstáculos sumergidos que les permitieran ponerse a salvo en lugar seguro mientras nadaban.

2º Grupo: El segundo grupo de cobayas no disponía de estos obstáculos y lo único que podían hacer para sobrevivir era nadar ininterrumpidamente.

Los dos grupos fueron rescatados después, y se introdujeron en un tercer tanque también “sin fondo”  y el resultado fue que los cobayas del primer grupo nadaron más tiempo y se mostraban más tranquilas ya que recordaban que existían obstáculos sumergidos que encontraban mientras siguieran nadando; mientras que las del segundo grupo se agotaban antes, cuando no se abandonaban a su suerte, ya que habían aprendido que por mucho que nadaran nunca encontraban la manera de llegar a un lugar donde descansar y ponerse a salvo.

 

Ambos experimentos tienen en común que uno de los grupos, en base a su experiencia, podían asociar su conducta (accionar palanca, en el primer experimento; o seguir nadando en el segundo), a la desaparición de la sensación desagradable, lo que les motivaba a buscar la salida. El otro grupo no podía asociar ninguna conducta al castigo por lo que la conducta más observada era la falta total de iniciativa y el abandono a su suerte.

Estos experimentos también nos pueden ayudar con nuestro perro, antes de empezar cualquier terapia valdría la pena preguntarnos: ¿Cuánto puedo exigirle a mi perro? No existe una medida universal de la exigencia a nuestros perros. Antes de someter al can a un adiestramiento debemos conocerlo bien, aprender a “leer” a nuestro perro, ya que cada individuo es distinto a otro en cuanto a madurez, dureza, capacidad de concentración…. El que marca el ritmo en el aprendizaje es el perro en base a sus capacidades, por lo que debemos siempre trabajar a favor del perro, es decir, trabajar con el máximo respeto hacia el animal.

Los experimentos que hemos detallado están aplicados a la psicología humana, pero se podrían aplicar también a la psicología animal, tal y como se puede observar en el trabajo de Skinner (con palomas), Paulov, y Seligman (con perros), así que, a la hora de corregir o castigar a vuestros perros, tened en cuenta si le estáis dando una salida a ese castigo para, entre otras cosas, evitar que caiga en indefensión aprendida.

Espero que os haya parecido interesante.

Carlos Kiran. Educación y Adiestramiento Canino

 

 

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